Las ruinas de los Quilmes están ubicadas en el Valle Calchaquí, Tucumán, Argentina. Son los restos del mayor asentamiento precolombino en dicho país. Ocupan aproximadamente treinta hectáreas y están ubicadas al pie del cerro Alto del Rey.[1][2] El lugar fue primero propiedad del pueblo originario, posteriormente del estado provincial, más tarde de un concesionario privado y finalmente, de los descendientes del pueblo Quilme. Estas ruinas han sido reconstruidas, por lo que en la actualidad pueden ser visitadas por los turistas.[3] Fueron estudiadas por primera vez en 1897[1] por el arqueólogo Juan Bautista Ambrosetti y restauradas por un equipo bajo la dirección de Horacio Difrieri y Norberto Pelissero, con criterios más turísticos que arqueológicos.Los indígenas conocidos como Quilmes, los primeros habitantes de este lugar, tuvieron una altísima densidad de población, lo que les permitió una mejor distribución de las tareas y una mayor explotación del ecosistema. En los Valles Calchaquíes en su totalidad se formaron ciudades con tan alto índice de densidad que actualmente los especialistas las consideran "las primeras ciudades prehispánicas de la Argentina".
Dichos asentamientos comenzaron su existencia en el siglo X d. C.,
alcanzando un gran desarrollo sociocultural y un buen manejo de
sistemas agropastoriles y de cultivo e irrigación muy complejos. Este
progreso continuo se vio recién interrumpido en 1667 cuando los Quilmes
sufrieron su más importante derrota militar a manos de los españoles,
liderados en este caso por Alonso Mercado y Villacorta, mediante el
sitio a sus principales fuertes. Unos 400 españoles sitiaron a un pueblo
de más de 6000 originarios primero impidiéndoles acceder a sus cultivos
sobre la planicie fértil del Río santa María y luego envenenaron la
fuente de provisión de agua que llegaba desde las montañas. Mientras los
españoles contaban con armaduras y armas de fuego, aquellos utilizaban
arcos y flechas, hondas, lanzas y hachas con puntas de piedra
Luego de más o menos un mes, el pueblo indígena decidió rendirse. Su cacique, Martín Iquín, fue su vocero en ese entonces.
Capitulose que se les perdonarían las vidas y haciendas, pero con condición que habían de desamparar el valle y ser encomendados a los vecinos en el lugar que les destinase el Gobernador.
Luego de su rendición y debido a que los españoles no
lograron someterlos, fueron obligados a recorrer mil kilómetros a pie
sin agua ni comida. Se estima que de los más de 2.600 sobrevivientes que
partieron, solamente llegaron a los húmedos e insalubres bañados de Quilmes a orillas del Río de La Plata,
poco más de 400. Los supervivientes finalizaron sus días pereciendo
principalmente por enfermedades pulmonares. Al llegar no encontraron el
algarrobo considerado sagrado ya que les daba alimento, leña y bebida
sagrada. No conocían las hierbas medicinales locales y no podían
sanarse. El sitio ubicado a 35 km al sur de la actual ciudad de Buenos Aires se denomina Quilmes en referencia a la Misión de Santa María de Quilmes.
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