la astronomía fue una de sus disciplinas favoritas. Observando el cielo conseguían predecir eclipses lunares y solares, inundaciones del Nilo, y el movimiento de los planetas, entre otros aspectos.
Gracias a estos estudios, los egipcios elaboraron el calendario solar más antiguo del que se tiene constancia. En éste, un año se dividía en 360 días, que se agrupaban en doce meses distintos.
Cada día se formaba por 24 horas y se estructuraba en dos partes de doce horas cada una. Al final del año, tenían cinco días que se dedicaban en exclusiva a la fiesta. En la siguiente imagen podemos observar un ejemplo de representación circular del calendario egipcio:
El emperador romano Julio César adoptó este calendario. Más tarde, el Papa Gregorio XIII lo aplicó haciéndole pequeñas modificaciones, por lo que es el método que utilizamos hoy en día.
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