Nacemos en una realidad diseñada para condicionarnos a la sumisión.
Nuestro estilo de vida diario está enraizado en un patrón predeterminado de servidumbre ciega. Estamos esclavizados por un realismo artificial tan ingenioso que explota nuestra creencia para sostener su existencia.
Nuestras virtudes humanas se utilizan contra nosotros en un sistema de control social despiadado e implacable.
Una vez que nos involucramos en una percepción bidimensional dentro de la realidad tridimensional, perdemos nuestra conexión con nuestra intuición y alma.
Nuestra visión se reduce, nuestra intención se reprime y nuestra experiencia se transmuta de acción en reacción.
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