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viernes, 12 de abril de 2019

COCA-COLA PAGO 550.000 DOLARES A THE GLOBAL ENERGY

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Según 'The Denver Post', Coca Cola pagó 550.000 dólares directamente al profesor de la Universidad de Colorado, experto en nutrición y líder de una organización dedicada a la lucha contra la obesidad James Hill antes de la fundación del colectivo.
El dinero destinado a The Global Energy Balance Network (GEBN) servía para pagar,
"honorarios, viajes, actividades educativas y la investigación sobre el control de peso", declaró al diario una fuente anónima de Coca Cola.
A principios de mes, la revista 'Fortune' informó de que el GEBN se disolvió debido a la polémica generada por las revelaciones de que el gigante de refrescos había donado un millón de dólares en fondos para la fundación de esta organización.
Luis Toro, director de la organización sin ánimo de lucro Colorado Ethics Watch, sostiene que estos pagos son una gran "bandera roja" para infringir una ley estatal que restringe la financiación corporativa a empleados públicos.

sábado, 9 de marzo de 2019

CONTROL MENTAL DE LOS COLEGIOS



El colegio es una castración:
castración motriz, castración imaginativa, castración cognitivo-creativa...
El colegio es un corsé victoriano, un hospital del siglo XIX, una cárcel, una camisa de fuerza, un jarrón chino, una mutilación genital, un cilicio, un claustro al que te arrastraron por la fuerza.
Priva al niño de vivir su infancia.
El colegio es abuso infantil. Una aberración histórica.

En todas las épocas y culturas hubo niños abandonados, huérfanos, maltratados, víctimas de guerras, pero no tenían los trastornos mentales actuales.

La verdadera causa que nadie desea ver porque forma parte de la misma médula del funcionamiento de la sociedad moderna es:
EL COLEGIO...
Antes de la escolarización masiva obligatoria no existían trastornos mentales en la proporción inaudita en la que se dan actualmente y en continuo incremento (o excremento de la sociedad).

Los padecen incluso niños muy bien educados, cuidados y de buenas familias.

Forzar a un niño que apenas empieza a formarse a permanecer sentado en un pupitre 8 horas sin poder moverse, ni jugar, ni imaginar, ¡ni dibujar siquiera en la carpeta!, ni pensar,
"no puede divagar e indagar en otras cosas ni en nada porque debe escuchar al profesor, de lo contrario, cuando piensa por sí mismo o reflexiona en lo que llama su atención y desarrolla su pensamiento en ese sentido distanciándose del curso dictado en el aula se dice que está 'distraído',"
...confinando todo su ser a la inmovilidad, a la escucha acrítica y a la absorción pasiva de información, produce una desnaturalización y enferma al ser de modo irreversible.

Una realidad difícil de afrontar, pero que es pertinente afrontar desnudamente en toda su crudeza para tomar cartas sobre el asunto y no continuar prolongando la agonía de los niños y de la humanidad.

Los niños no han sido hechos (me refiero a que su naturaleza no es congruente con ello sin que existan daños severos de por medio) para ir al colegio (en su modo actual).

La humanidad ha vivido milenios sin él y se ha adaptado a sus circunstancias vitales premodernas y no a las nuevas que se han impuesto súbita, abrupta e inesperadamente de la noche a la mañana pretendiendo (¡qué ignorante de los ciclos naturales es el hombre moderno!) que no se iba a dar a la par, como efecto que era a toda luces evidente, una desadaptabilidad inminente a un cambio drástico que iba y va en curso contrario a las circunstancias anteriores en las que se formó el ser humano durante milenios para adaptarse perfectamente a esas circunstancias previas a la intervención de la nefasta ingeniería social escolar y no a las actuales condiciones.

Este abuso infantil, esta violencia, esta vulneración de los ciclos naturales del niño se da desde la temprana infancia en el inicio mismo de su formación, a través de,
la escolarización masivamaquinalindustrial,
...que es ¡una castración integral de la expresión y el libre desarrollo en todos los niveles: motriz, social, imaginativo y cognitivo!

¿Cómo se atreven a hablar después de,
  • la represión sexual ejercida por la Iglesia los mismos que promocionan una represión integral del ser con el proyecto moderno-ilustrado de la escolarización
  • un enclosetarse y atarse una camisa de fuerza en el fuero más íntimo y primario que posibilita la iniciativa y la acción, el AMOR MISMO A LA VIDA
  • una mordaza en la boca y en la mente
  • unas cadenas en los pies y unas esposas en las manos
  • una represión sin precedentes históricos nunca antes vista,
...que supera con creces a la de la era victoriana?

¡El que vive inmerso en la enfermedad y ha sido forzado a interiorizarla desde que era un niño, a decir sí a lo que destrozaba su infancia, a decir sí a lo que lo anulaba como ser vivo, a besar a los verdugos de la "corrección" y de la "civilización" enajenante y mutilante

¡Mejor mutílense los brazos y las piernas, si tanto odian correr y saltar, y tanto aman los pupitres y las estatuas inmóviles de yeso! ¡si tanto aborrecen sus cuerpos y el aire libre, si tanto aman el encierro! ¡arránquense los ojos! ¡talen los árboles y cerquen los espacios abiertos!

¡Pues sí, eso, eso hacen, arrasar con todos los bosques y los mares, encerrar a los animales, cercar los espacios abiertos hasta reducirlos y enmohecerlos, y eso en la práctica se llama COLEGIO!

El que ha aceptado la enfermedad por el agotamiento de la imposición continua, reiterada y sin tregua ¡termina por no advertir la enfermedad sobre la que está sentado, sobre la que trabaja y sobre la que duerme y come!

El colegio no es más que la expresión a nivel educativo y microcósmico-humano de lo que es la destrucción medioambiental a nivel macrocósmico planetario.

¿Cómo no se dan cuenta de nada? ¡Cómo no entienden que todo está interconectado, unido! ¿Cómo esperan aislar los fenómenos unos de otros como si todo fuese inconexo y luego lamentarse de que la sociedad y el individuo moderno viven atomizados?

¡Pues sí, han sido diseccionados!

El colegio te resetea para que digas:
"Me han hecho un bien e ir al colegio es bueno".
Es un lavado cerebral cabal avalado y promocionado por el Estado a nivel masivo y por lo más poderoso del Sistema.

¿Cómo se atreven a hablar luego de sectas aisladas, minoritarias y raquíticas que lavan el cerebro, cuando tienen un lavado cerebral a escala multinacional frente a sí de los más efectivos que jamás han existido y que se pone en marcha desde el inicio de la existencia de un ser?

Luego los enfermos imponen a sus sucesores su misma enfermedad, ¡pues no son conscientes de esa enfermedad!

Piensan en lo locas y enfermas que son otras épocas y culturas y no ven la locura de la nuestra porque la han normalizado. Luego se preguntan, sorprendidos, por qué hay tantos trastornos mentales:
¡abran los ojos y miren de una vez, en lugar de resignarse y por pura cobardía mirar a otro lado, esquivar la causa real y buscar causas imaginarias de todo tipo!
Yo la veo porque jamás la interioricé, siempre fui una desadaptada, siempre dije "¡no!" al colegio y siempre fui castigada, sin recreo, haciendo más y más tareas que no hacía, vituperada y humillada por los profesores, cuando sólo era una niña, era muy sensible y no había hecho daño a nadie.

Pero sólo por ello, aunque fuera en bondad santa Teresa, sólo por ello, por no OBEDECER A LA MÁQUINA ESCOLAR QUE ATENTABA CONTRA MI CONCIENCIA Y VOLUNTAD, fui tachada con una gigante cruz que cargué durante todo mi desarrollo.

¿Cómo podría eso afectar la autoestima? Y a pesar de eso he sobrevivido en mi integridad porque me conozco y siempre he sido fiel a mí misma.

Pero a causa de tanta represión y maltrato escolar ahora estoy crónicamente enferma.

Intenté (como un preso trata de fugarse o, mejor dicho, como un prisionero de guerra) huir de lo que me enfermaba, del colegio, pero me empujaron a la fuerza, me arrojaron bocabajo en ese antro, en esa mazmorra oscura que me enfermaba, y jamás escucharon mis ruegos por no ir, mis reclamos, mis críticas, mi voz,
PORQUE ERA UNA NIÑA Y LOS NIÑOS SON 'TARADOS' MIENTRAS QUE LOS ADULTOS SON 'SABIOS' Y SIEMPRE TIENEN LA RAZÓN...
A medida que iba enfermé día a día más, con completa conciencia y claridad de las causas y efectos de la enfermedad, con los ojos muy abiertos en un mundo de ciegos.

Se ejerce esta violencia antinatural apabullante y sin nombre contra un niño que está empezando a aprender de forma natural, espontánea, orgánica, adaptada a su entorno inmediato - como ha sido durante milenios desde que somos Homo sapiens.

Así se interrumpe, se obstruye (¡qué misteriosa esa nueva enfermedad autoinmune de la obstrucción, esa incomprensible parálisis que sólo ocurre en la vida urbana y jamás entre los salvajes del campo!), así se interrumpe, se obstruye el desempeño de su desarrollo motriz, imaginativo, creativo e intelectual que se daría saludablemente y sin interrupción en un contexto correspondiente a sus necesidades reales.

Al interrumpir mediante la violencia escolar este proceso natural el niño degenera y se trastorna de forma irremediable. Es anulado.

Es anulada su infancia:
¡aplastada de un solo golpe, la etapa más dichosa y feliz de la vida, la infancia, aplastada de un solo golpe ante sus ojos lúdicos, lúdicos, lúdicos, preñados de ensueños! El colegio prohíbe jugar.
Efectivamente:
todas sus facultades son cortadas.
El colegio no es una estructura y disciplina posibilitante anclada en la naturaleza humana que respeta sus ciclos, sino una innovación implantada por inexpertos, un experimento social fallido (en cuanto a la salud física y mental) que invierte los procesos orgánicos y que resulta ser una estructura y una disciplina limitante en lugar de posibilitante.

La energía expansiva, creativa y feliz del niño es reprimida con toda la fuerza que sea necesaria.

Valen también los medicamentos, el Ritalin, las anfetaminas que dan a los niños "hiperactivos" para reprimir su energía sobreabundante e inmovilizarlos como a parapléjicos en sillas de ruedas para que sean buenos estudiantes de goma:
todo vale en este juego macabro.
Esa energía llena de vida que es contenida sin posibilidad de escape, de fuga, hora tras hora, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año,
¿A dónde se va?

¿Desaparece mágicamente de la nada?

¿Eso piensan los 'cuerdos adultos' que llevan a sus hijos al colegio?

¿O es que esa energía más bien se acumula en el cuerpo, se estanca, enmohece, y obstruye sus circuitos?

¿O es que esa energía, más bien, se acumula en la mente, se retuerce en ella, y desde dentro, sin fuga al exterior, la va retorciendo más y más y obstruye sus sanos circuitos que son de expresión directa?

¿No llamamos a eso 'neurosis moderna'?
La continua represión desemboca en neurosis.

Problemas físicos y mentales:
diversas neurosis que toman distintos circuitos.
Una desvinculación absoluta del cuerpo.

El colegio incluso propicia una desvinculación absoluta de la interacción (lejos del "cuento chino" de que ayuda a socializar, como si nuestros antepasados previos a la escolarización no socializaran y entablaran vínculos más reales, humanos y duraderos que nosotros):
sólo cabe espacio para la socialización en los recreos que son mínimos y el resto del tiempo el niño está recluido en su pupitre como un autista, como un átomo, enfrascado, de forma que la empatía también se trunca y surge el "narcisismo" moderno.
La escolarización masiva y obligatoria moderna-ilustrada, es una castración histórica de proporciones inauditas que no tiene nombre, pavorosa, que a quien sea capaz de verla no hará sino producirle vértigo, y que anula el desarrollo natural y espontáneo de las facultades físicas, emocionales y cognitivas del niño, ejerciendo una presión y represión brutales que desembocan en todo tipo de trastornos:
  • estrés
  • ansiedad
  • fobia
  • autocrítica patológica
  • sobreexigencia y culpa
  • competitividad frenética
  • interiorizacion de una camisa de fuerza que va desde lo físico hasta lo psicológico...
Pero como nadie quiere mirar de cara a la realidad y hacerse cargo de esto, como nadie quiere abolir la tiranía del statu quo del colegio, miran a otro lado e inventan millares de causas que siempre han existido sin que hubiesen jamás generado los trastornos de estos tiempos.

Qué fácil engañarse a uno mismo; el ser humano, por pusilánime, por gregario, por no salir de la zona de confort, por comodidad, por no ser juzgado ni criticado ni excluido, por pertenecer, por encajar, aunque sea en una estructura enferma, se miente una y otra vez a sí mismo y con ello a los demás, como refiere en la película Rashomon de Akira Kurosawa uno de los personajes.

¿Acaso antes los niños no pasaban hambre, frío, enfermedades, guerras, vivían sin un padre, o a la deriva?

Sí, pero no tenían sobre sus hombros la estructura mecanizada e inhumana del colegio.
  • Un animal puede crecer semi-abandonado en la naturaleza, con poco alimento y pasando hambre, tener heridas de guerra de la dureza del entorno y la intemperie, estar sin cola o sin una pata, tal vez, pero está sano, es vital, es fuerte.

  • Un animal encerrado, por buena alimentación que reciba, por más cuidado que esté, por buena que sea la educación impartida, por cálido que sea el cobijo, siempre estará menguado y propenderá a la enfermedad.

EL MONSANTO LA ENFERMEDAD DEL MUNDO

La imagen puede contener: comida
La empresa fue fundada por John Francis Queeny, un miembro de los Caballeros de Malta, un veterano farmacéutico de treinta años casado con Olga Méndez Monsanto.
El primer producto de la compañía fue la sacarina química, que vendió a Coca-Cola como un edulcorante artificial.
Incluso entonces, el gobierno sabía que la sacarina era venenosa y lo demandó para detener su fabricación, pero perdió, lo que abrió la caja de Pandora de Monsanto envenenando al mundo a través del refresco.

1920:
Monsanto se expande hacia los productos químicos industriales y las drogas, convirtiéndose en el mayor fabricante del mundo de la aspirina, ácido acetilsalicílico, (tóxico por supuesto).
Este es también el momento en que las cosas empezaron a ir muy mal para el planeta con la introducción de sus bifenilos policlorados (PCB).
"Los PCB se considera un producto químico industrial maravilla, un aceite que no se quema, impermeable a la degradación y tenía aplicaciones casi ilimitadas.
Hoy los PCB se consideran una de las amenazas químicas más graves en el planeta. Ampliamente utilizado como lubricantes, fluidos hidráulicos, aceites de el corte, revestimientos impermeables y selladores líquidos, son potentes carcinógenos y están implicados en trastornos del sistema reproductivo e inmunológico.
El centro del mundo de la fabricación de PCB fue la planta de Monsanto en las afueras de East St. Louis, Illinois, que tiene la tasa más alta de muerte fetal muerte y nacimientos precoces". (1)
A pesar de que los PCB fueron finalmente prohibidos después de cincuenta años por causar tal devastación, todavía está presente en casi todos los animales y la sangre humana y tejidos celulares de todo el mundo.
Documentos presentados en la corte más tarde mostraron que Monsanto era plenamente consciente de los efectos mortales, pero los escondió al público para mantener el tren del los PCB a toda velocidad.

1930:
Se crea la primera semilla de maíz híbrido y se expande en detergentes, jabones, productos de limpieza a nivel industrial, cauchos sintéticos y plásticos.
Oh sí, todos tóxicos, por supuesto.

1940:
Comienza las investigaciones sobre el uranio que se utilizará para la primera bomba atómica del Proyecto Manhattan, que más tarde sería lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki, matando a cientos de miles de japoneses, coreanos y militares de EE.UU.
La compañía continuó con su serie de asesinatos sin cesar mediante la creación de pesticidas para la agricultura que contenían la mortal dioxina, envenenando la comida y los suministros de agua.
Más tarde se descubrió que Monsanto no dio a conocer que la dioxina fue utilizada en una amplia gama de sus productos, ya que hacerlo les obligaría a reconocer que había creado un infierno en el medio ambiente de la Tierra.

1950:
Estrechamente alineada con The Walt Disney Company, Monsanto crea varias atracciones en Tomorrowland de Disney, para defender las glorias de los productos químicos y plásticos.
Su "casa del futuro" estaba construida enteramente de plástico tóxico que no era biodegradable como habían afirmado.
"Después de atraer a un total de 20 millones de visitantes desde 1957 hasta 1967, Disney finalmente decidió derruirla, pero descubrió que no se iría sin pelear.
Según Monsanto Magazine, las bolas de demolición, literalmente rebotaban en la fibra de vidrio y de material de poliéster reforzado. Martillos neumáticos, sierras de cadena y palas no funcionaron.
Finalmente, se utilizaron cables estranguladores que exprimieron la casa poco a poco en pedazos". ...

sábado, 5 de enero de 2019

LA CONSPIRACIÓN

Cuando vemos el mundo de hoy, a veces puede ser simplemente deprimente.

Simplemente no hay otra palabra para describirlo. Y, ¿no le parece que es interesante la rapidez con que el mundo ha cambiado y se ha vuelto de esta manera en los últimos años? Realmente ha sucedido con bastante rapidez.

Durante un tiempo nos creímos libres y la mayoría esperábamos un futuro brillante, luego, de alguna manera, nos encontramos a nosotros mismos en el mundo de hoy, donde,
  • nuestros gobiernos están completamente fuera de control
  • nuestra policía han sido militarizada
  • Europa está cayendo a pedazos
  • todo el mundo en su mayor parte, ha sido engañado por la propaganda convencional a pasar la mayor parte de su tiempo mirando por encima de su hombro y preguntándose si el chico al lado de ellos en el autobús es un 'terrorista'
Por supuesto, entre estas masas que cuestionan están aquellos individuos despiertos y en sus albores que saben perfectamente bien que los verdaderos terroristas son, a saber, el gobierno, y pueden ver a través de la fachada de la campaña de miedo predominante en la actualidad.

Sin embargo, la gente incluso más despierta todavía permanece perpleja y frustrada en sus esfuerzos, a la búsqueda de cualquier remedio a esta situación. 
Al despertar y descubrir que el mundo no es lo que pensaron en un principio que era, mucha gente típicamente comienza a buscar en el funcionamiento del sistema y son guiados hacia un agujero de conejo de las infinitas teorías de la conspiración, algunas de las cuales son verdaderas, pero la mayoría son fabricadas con el propósito de hacer ruido, y en última instancia, terminan en un estado de confusión, frustración o peor, con la mayoría luego perdiéndose en su curso buscando al culpable.

Como si señalar con el dedo a alguien y gritar "Usted!" en realidad fuera a cambiar algo. 

Pero por regla general, parece ser la forma con la naturaleza humana, buscamos a alguien más a quien culpar por habernos metido en este lío, y luego exigimos que otra persona lo solucione.
Hacemos esto porque por lo general, la gente ha sido programada de manera muy eficaz para que acepten dos realidades diametralmente opuestas, y, de hecho, muy falsas como que fueran verdaderas.

Por un lado nos consideramos muy importantes, el rey de nuestro propio castillo por así decirlo, y demandamos ser servidos por otros de una manera oportuna y para nuestra satisfacción.
  • Nosotros consideramos a nosotros mismos un poco por encima de los trabajadores comunes que podemos emplear para cualquier tarea en particular

  • Mientras que por otro lado nos vemos a nosotros mismos como insignificantes y pequeñas personas que no pueden realmente hacer una diferencia en el mundo y debemos ver a otros más sabios, o poner nuestra fe en líderes para que nos lleven milagrosamente a un mundo mejor.
De hecho, es esta misma actitud, esta extraña combinación de dos realidades completamente falsas en una lo que ha llevado a la humanidad a nuestra situación actual. 

La vida es una cosa increíble. Es un crisol de expresión y maravillosa diversidad de potencial humano que sólo está limitado por la creencia de la gente, o la falta de creencia, en sus propias capacidades y por los límites impuestos a nosotros mismos.

Me refiero, seguro, puede haber barreras financieras que todos enfrentamos en cuanto a la realización de algún proyecto u otro, pero en un nivel más profundo, como especie, como sociedad, como las expresiones de la creación que somos cada uno de nosotros en última instancia, ponemos límites a nuestro potencial, debido a nuestras creencias de lo que es nuestro potencial y nuestra creencia y comprensión de lo que es y no es posible.

De esta manera, hemos impuesto nuestras propias limitaciones sobre nuestro potencial. 
La mayor parte del tiempo, tales limitaciones son el resultado de la programación, la adaptación de las creencias de otra persona que se ha superpuesto sobre la nuestra. Y a esto lo llamamos educación.

Es la educación que hemos recibido, o la falta de ella, que nos ha llevado finalmente a este punto, porque la educación moderna es, de hecho, algo más que adoctrinamiento y formaciónHa sido esta formación que nos ha llevado a creer que somos importantes, y al mismo tiempo insignificantes e intrascendentes al mismo tiempo. 

El catalizador que mantiene la programación en conjunto es el uso sutil del miedo a lo largo de todo el sistema educativo.

El sistema de clases, la presión del grupo de pares, el miedo al fracaso, los exámenes, el sistema de clasificación, la separación en grupos de edad, los diferentes sistemas de agrupación - alfa, delta, etc., el respeto implacable a la autoridad que es inculcado a los niños...

Todo esto está basado en clases, en jerarquías. Todos están diseñados como mecanismos de división y de control, y todos utilizan el miedo como el catalizador, con el propósito de que funcionen. 

Este uso del miedo como catalizador y la programación subliminal sutil en combinación y aceptación de dos realidades completamente opuestas en una sola, como es natural, crea una gran división en la psique del individuo. Y es fácil hacer una jugada para un mayor control a partir de ese punto en adelante.

Cuanto más impotente se siente el individuo en la cara de un sistema cada vez más monstruoso y dominante, más desesperado y fanático se vuelve en sus intentos de mantener una sensación de poder y control sobre su propio espacio individual.

Así, cuanto más aislado se vuelve cada uno de sus familiares, amigos y compañeros, así también se amplía continuamente la brecha social entre las familias individuales.

Y, por supuesto, a través del uso de un sistema monetario basado en la deuda deliberadamente diseñado para colocar a las personas en un estado interminable de deuda autogenerada, sin importar cuán exitoso uno se vuelve dentro de los parámetros del sistema, el miedo siempre permanece.

El temor a la pérdida, a la escasez, a la inseguridad como una llave que gotea, lentamente goteando en algún lugar de la parte posterior de la mente de uno. 

Divide y vencerás es el lema, y la humanidad ha cultivado esto casi a la perfección... casi. 
Digo casi porque ahora, por fin, el velo se está levantando y la gente está empezando a darse cuenta de la verdad. Ahora están empezando a ver la forma en que han sido utilizados en el juego, y están empezando a darse cuenta de que su atención a los asuntos de Estado es requerida.

Pero, de nuevo, ¿con qué fin?

Y como de costumbre, se preguntan,
"Pero, ¿qué puede hacer una sola persona?"
Bueno, lo primero que hay que hacer, es dejar caer la programación de,
"Soy sólo una persona pequeña".
Deje de venderse a sí mismo con tan poco valor...

Todo lo que existe dentro de toda nuestra sociedad es "gente pequeña". Todos tienen igual valor y todos tienen el mismo potencial para el pensamiento creativo. Son los pensamientos los que han creado este lío, los pensamientos convertidos en acción y todo el mundo tiene el mismo potencial. 

El problema es que a través de la programación que la mayoría han recibido, han perdido la conexión con su verdadero ser y en su mayor parte, no son conscientes de su propio potencial. Ellos se ven limitados por las limitaciones definidas por su programación y se ven limitados por el miedo. 

Sí, la vida es una cosa increíble pero es un regalo fugaz.

Lo que es importante es lo que se hace con ella.
  • ¿Qué legado ha quedado atrás?

  • ¿Se ha mejorado o deteriorado la realidad por el tiempo que usted ha pasado aquí?

  • Y si este no es más que un momento fugaz, ¿que es lo que realmente hay que temer?
En cuanto al miedo, por un lado la gente en general está en el temor por su propia seguridad personal, mientras que en el otro, del abrumador y aparentemente insuperable poder de la máquina.

Se olvidan de que la máquina, el sistema, es una nube, es una ficción creada por el ser humano, el resultado del pensamiento convertido a la acción y que todos tenemos la capacidad de crear algo diferente si elegimos regresar a nuestra humanidad y ver las cosas desde una perspectiva más humana. 

En última instancia, la máquina puede tener este aspecto, un organismo todo poderoso, omnipresente, pero la realidad es que es sólo gente. Es gente como usted o yo, que a su vez convierten sus pensamientos en acción.

Nuestro problema es que cuando intentamos abordar nuestras quejas hacia batallar contra la acción, no confrontamos a las personas dentro de la máquina que pensaron en poner la acción en movimiento.

Y de nuevo, hacemos esto como resultado de la programación... 

La mayoría de las personas tienen este arraigado sentido de profundo de respeto a la autoridad y a la palabra escrita. Esto es lo que ha hecho tan eficaz el sistema legal. La gente hará lo incorrecto cuando saben que está mal debido al poder de la palabra escrita.

Darán un paso fuera de su brújula moral creyendo que no tienen más remedio que hacerlo, simplemente porque otro hombre o mujer, escribieron en un papel y afirmaron que es la "ley".

De esta manera y a través de esta formación nos hemos permitido ser,
  • mal guiados
  • robados
  • controlados
  • acorralados
  • empobrecidos
  • esclavizados
Hemos permitido la destrucción sin precedentes de nuestro hábitat en nombre del beneficio corporativo para un pequeño puñado de personas que controlan las cosas desde la parte superior de la pirámide.

Hemos permitido interminables guerras, violaciones de los derechos humanos y el descarte de millones y millones de seres humanos bellos, cada uno de igual valor y con igual potencial para ser desechados, asesinados o simplemente olvidados, todo ello debido a nuestra sumisión y obediencia a la palabra escrita.

También es la palabra escrita la que nos ha convencido de que los conspiradores en la parte superior de la pirámide son todo-poderosos, que toda oposición a ellos es imposible y controlada, cuando nada podría estar más lejos de la verdad. La verdadera conspiración es que no hay tal cosa como "gente pequeña". 

La verdad es que aquellos en la cima son sólo gente también. Son personas que tuvieron una idea y pusieron esa idea en acción.

Por supuesto, ellos son presentados por los medios de comunicación como "celebridades" y como siendo intocables, mientras usted es mantenido en el redil de tener que pagar para estar vivo, viviendo siempre al borde de la escasez, y buscando placeres a menudo indirectamente a través de las vidas de éstos en lugar de la suya propia y por lo que en realidad usted nunca tiene el tiempo para darse cuenta de su propio potencial.

Sin embargo, en el fondo, la mayoría de la gente sabe que está ahí.

Ellos saben que tienen valor y ellos saben que este sistema está mal, pero no saben cómo cambiar las cosas. El cambio vendrá cuando las personas se den cuenta de su propia perfección, y aprendan a respetarse a sí mismos lo suficiente como para ver la misma perfección en otros.

¿Qué se necesita?

Tal vez algún tipo de epifanía global, quién sabe. Esperemos que simplemente suceda a causa de aquellos que están despiertos y están difundiendo la información a otros de una manera que resuene con ellos.

Cuando eso sucede, vamos a dejar de ver a este gobierno como una cosa todopoderosa, y los comencemos a ver como personas. Como empleados que están abusando de los cargos para los cuales han sido designados, y cuando esa realización realmente se entienda, vamos a cambiar el mundo en un día
Quizás simplemente ya es hora de que todos maduremos.

jueves, 12 de abril de 2018

GENESIS Y DESAROLLO DEL CAPITALISMO MODERNO

Ya en una fase tan temprana de la alta Edad Media como el siglo sexto, Gregorio de Tours narra que, con motivo de la entrada del rey Gontran en Orleans, acaecida el año 585, el monarca fue aclamado por la muchedumbre ”en latín y en la lengua de los sirios”. Poco después, en el 591, el rey Clotario concedía la sede episcopal de París a un acaudalado mercader sirio, tras el oportuno desembolso por parte de éste de una importante suma pecuniaria. No obstante, la numerosa presencia de mercaderes y negociantes sirios en la Europa medieval desapareció casi por completo, y por causas escasamente conocidas, hacia principios del siglo IX, momento a partir del cual su lugar sería ocupado por sus principales competidores, los comerciantes judíos.
Durante los cinco siglos siguientes, la trayectoria de los mercaderes israelitas en territorio europeo se verá envuelta en una compleja sucesión de éxitos económicos y de vicisitudes políticas de muy diverso signo. Duramente tratados por varios monarcas visigodos y burgundios, su momento de mayor esplendor e influencia se producirá en la Francia Carolingia, período después del cual sus condiciones fueron empeorando progresivamente hasta desembocar en la expulsión decretada en 1306 por el rey Felipe el Hermoso, que confiscó todas sus propiedades. A partir de aquel suceso habrá que esperar tres siglos para advertir nuevamente la presencia de los empresarios y banqueros judíos en los primeros lugares de la economía europea, coincidiendo con la gran eclosión mercantil y financiera que se produjo a lo largo del siglo XVII en los Países Bajos. Desde entonces, y ya sin interrupción, su auge no haría sino ir en aumento.
Pero el interdicto del trono francés no afectó únicamente a los negociantes hebreos, sino que se hizo extensivo a los otros dos grandes poderes económicos de la época: los Templarios y los mercaderes lombardos, aunque los resultados del golpe fueron distintos en cada caso. Así, mientras que la Orden del Temple, principal potencia financiera por entonces, se precipitó a raíz de aquel evento en un declive irremisible en prácticamente todo el occidente europeo, para los empresarios lombardos el suceso apenas supuso un contratiempo limitado al territorio francés y al reinado del citado monarca. En sus restantes dominios, y muy especialmente en el ámbito mediterráneo, su poderío permanecería inalterable, hasta el punto de poder afirmarse que con ellos se inició la configuración de los elementos que iban a dar paso al capitalismo renacentista y moderno.
No obstante, dentro de la denominación genérica de lombardos debe significarse la existencia de dos grupos claramente diferenciados, tanto por sus actividades mercantiles como por los métodos y procedimientos que caracterizaron a cada uno de ellos. Tales fueron, de un lado, los mercaderes florentinos, y de otro, los grandes empresarios genoveses y venecianos. En cualquier caso, la preponderancia económica alcanzada por todos ellos a partir del siglo XIV se hizo ostensible no solamente en la cuenca mediterránea, sino también en países como Alemania, Francia o Inglaterra, al punto que durante las tres centurias siguientes la denominación de lombardo fue sinónimo en toda Europa de prestamista usurario.
Si fuese preciso citar un nombre paradigmático de la influencia y el poderío alcanzados por los magnates florentinos, éste no podría ser otro que el de la familia Médicis, cuya trayectoria e intereses discurrieron por lo regular íntimamente ligados a los del Estado Vaticano. De hecho, Juan de Médicis, fundador de la dinastía, fue el banquero oficial de los papas Juan XXII y Martín V, siendo su hijo Cosme quien gestionó y administró todos los movimientos de fondos destinados a financiar el Concilio de Basilea de 1431. Pero el momento de máximo esplendor de la familia se iba a alcanzar con un biznieto de Juan de Médicis, Lorenzo el Magnífico, quien tomó parte activa en casi todas las disputas y querellas europeas de su época, aunque el escaso tino que demostró en tales menesteres le acarreó un cúmulo de reveses y enemistades que acabarían provocando el declive político y financiero del clan. Pese a todo, la saga de los Médicis aún sobrevivió durante largos años a su decadencia, como lo demuestra el hecho de que dos de sus miembros se sentaran en el solio pontificio (Clemente VII y León X) y otros dos alcanzaran la dignidad real (Catalina y María de Médicis, ambas reinas de Francia).
Entre las notas que caracterizaron la metodología operativa de los comerciantes florentinos merecen significarse su inclinación por los procedimientos de componenda negociada, ciertamente inusuales en una época más proclive a la confrontación, y la preponderancia que concedieron en sus operaciones comerciales a los aspectos financieros sobre los de índole estrictamente mercantil. Más que comerciantes, pues, fueron traficantes en dinero, es decir, banqueros. De su pericia negociadora, de la que ellos mismos se ufanaban, da buena prueba el hecho de que Florencia fuese el único Estado del occidente europeo que mantuvo por entonces excelentes relaciones con el Imperio Otomano, relaciones en las que el lucro y el beneficio primaron en todo momento sobre cualquier otra consideración.
Por lo que se refiere a las peculiaridades psíquicas propias del sujeto mercantil, eso que en un alarde eufemístico ha dado en calificarse como “virtudes burguesas”, bien podría decirse que éstas alcanzaron en los negociantes florentinos su más nítida manifestación. Como será fácil advertir, nos estamos refiriendo a la racionalización a ultranza de la administración económica y, por extensión, de la vida en general, de la austeridad, la diligencia, la economicidad, la laboriosidad, la templanza y demás atributos prototípicos de la mentalidad mercantilista. Atributos que una mistificación secular de muy diverso signo ha venido presentando bajo la forma de otras tantas categorías morales, cuando lo cierto es que nunca tuvieron otra causa o razón de ser que el puro y simple utilitarismo. Y buena muestra de ello nos la ofrece un próspero mercader florentino de la época, Leon Battista Alberti, cuyos escritos constituyen un documento de inapreciable valor para comprender la mentalidad que impregnaba el quehacer de la burguesía emergente del momento. Por otra parte, las reflexiones de dicho personaje, recogidas en un libro titulado "Del Governo della Famiglia", gozaron ya en su época, y durante mucho tiempo después, de una notable popularidad, y en ellas puede encontrarse un perfecto prontuario del espíritu florentino, en concreto, y de la mentalidad mercantilista en general. De hecho, todos los preceptos y recomendaciones de tales escritos se verían reproducidos casi con exactitud en textos muy posteriores y de muy diversa nacionalidad.
Así, tras pasar revista en su obra a las ya mencionadas cualidades “morales” que deben presidir la vida del buen mercader, el florentino Alberti deja traslucir la razón última de tanta virtud con frases como éstas:“Hijos míos, sed caritativos como lo manda nuestra santa Iglesia, pero preferid el amigo afortunado al desgraciado, y el rico al pobre. El mayor arte de la vida consiste en parecer caritativo y superar al astuto en astucia”“La honestidad es siempre la mejor maestra de la virtud, la más fiel compañera de las buenas costumbres, la madre de una existencia feliz. Nos es extraordinariamente útil, porque si nos consagramos sin descanso al cultivo de la honestidad seremos ricos y nos ganaremos el elogio y la veneración generales”.
Está bien claro, pues, que las tan manidas virtudes burguesas no fueron nunca sino un cúmulo de estereotipos, o lo que es lo mismo, una serie de condicionantes imprescindibles en determinadas circunstancias para la prosperidad y buena marcha de los negocios. Estereotipos, en definitiva, que en modo alguno constituyen los rasgos esenciales y definitorios del capitalismo, que podrá ser austero u ostentoso, pacato o libertino, negociador o brutal, según convenga en cada momento y circunstancia, pero cuya genuina caracterización vendrá siempre marcada por una visión economicista, utilitarista y materialista de la existencia. Es esto último lo que constituye la auténtica esencia de la idiosincrasia burguesa, algo que, en rigor, no podría asimilarse hoy al capitalismo de manera restrictiva, sino, más propiamente, a la mentalidad contemporánea en su totalidad, y ello por la sencilla razón de que los fundamentos esenciales del capitalismo moderno (materialismopositivismo, economicismo, utilitarismo, etc.) fueron la matriz ideológica en la que se inspiraron las doctrinas supuestamente antagónicas surgidas con posterioridad.
Todo apunta, por tanto, al siglo XIV como el punto de partida de la mentalidad mercantilista moderna, y no sólo por la forma en que ésta se iba plasmar en los agiotistas florentinos y en otros traficantes coetáneos suyos, sino también por el clima de apego desmedido a los bienes materiales que por entonces comenzó a generalizarse, y del que dan buena cuenta numerosos testimonios de la época. Precisamente, uno de los sectores donde con mayor virulencia se manifestó ese “lucri rabies” del que hablan las crónicas fue el eclesial. El propio Alberti, nada sospechoso de tendenciosidad al respecto, señalaría más de una vez en sus escritos que la codicia y el afán de lucro desmedido eran rasgos sumamente extendidos entre los clérigos de su tiempo. Del papa Juan XXII escribió el comerciante florentino en estos términos:“Tenía defectos y, sobre todo, aquél que, como es sabido, es común a casi todos los clérigos: era codicioso en grado sumo”.
Pero el mal, restringido en un principio a determinados círculos sociales (la putrefacción comienza siempre por arriba), no tardaría en extenderse al resto de la población, muy especialmente en los países de mayor desarrollo mercantil de la Europa occidental (Italia, Alemania, Francia). Así habrían de reflejarlo fuentes tan heterogéneas como los cantares del Carmina Burana, la “Descripción de Florencia” de Dante, o los escritos posteriores de Erasmo de Rotterdam, en uno de los cuales se lamenta de que “todo el mundo obedece al dinero”, una descripción de su época que a buen seguro le habría parecido exagerada de haber conocida la sociedad de consumo actual.
Con todo, el acontecimiento más significativo de la mentalidad económica surgida en la época renacentista no sería tanto el auge del mercantilismo como la irrupción del préstamo pecuniario a modo de herramienta comercial de primera magnitud. Una práctica hasta entonces secundaria y casi restringida al círculo de los agiotistas judíos, y que a partir del siglo XIV comenzó a convertirse en un instrumento fundamental del nuevo sistema económico. Iniciaba así su andadura el capitalismo financiero, que no representa sino un eslabón superior, un salto cualitativo respecto del capitalismo meramente mercantil, y cuyas funestas consecuencias habrían de hacerse bien patentes con el transcurso del tiempo. Dado que en el marco implantado por el capitalismo financiero queda eliminada toda noción de corporeidad, el acto económico se convierte en algo de naturaleza puramente abstracta, posibilitándose con ello el lucro a costa del trabajo de terceros y, lo que es peor, el dominio absoluto de toda la realidad económica, política y social. Añádase a esto el hecho de que el sistema monetario está desde hace tiempo en manos de las grandes entidades financieras, lo que les confiere a éstas la potestad no ya de traficar con el dinero ajeno, sino incluso de crearlo de la nada, consolidando de esta forma su dominio a partir de una entelequia irreal. Una circunstancia que Frederick Soddy, nobel de Economía en 1921, calificaría certeramente con estas palabras: ”el rasgo más siniestro y antisocial del dinero escriptural es que no tiene existencia real”.
Finalmente, no podrá cerrarse este epígrafe sin poner de manifiesto las notables diferencias existentes entre el concepto de “libre mercado“, tal y como era entendido éste en la época renacentista, y el que sostiene la ideología actual, diferencias debidas, naturalmente, a la inexorable dinámica expansiva propia de la economía capitalista. En efecto, la libre actividad comercial de entonces, contrariamente al modelo actual, estuvo sometida en sus inicios a una serie de restricciones elementales absolutamente impensables hoy. De hecho, en los albores del capitalismo la competencia mercantil no constituía un principio supremo al que pudiera apelarse para traspasar ciertos límites considerados entonces infranqueables. Límites entre los que figuraban el abaratamiento intencionado de precios para arruinar al competidor, o la propaganda destinada tanto a sobrestimar los propios productos como a menospreciar los de cualquier otro comerciante. No hará falta comentar que en la época actual, en que el principio del lucro y del beneficio prevalece sobre cualquier otra consideración, aquellos antiguos escrúpulos, por elementales que pudieran parecer, serían considerados irrisorios. Lo mismo podría decirse de la austeridad y el recato postulados por los doctrinarios del capitalismo temprano, conceptos que por entonces no limitaban su aplicación a la administración de los negocios, sino que se hacían extensivos a la propia vida privada, y ello por las razones de utilidad ya comentadas. Es evidente que, con el transcurso del tiempo, aquel afán economizador en la gestión comercial no sólo se ha mantenido, sino que, en virtud de uno de los principios esenciales del mercantilismo contemporáneo (la reducción de costes), se ha acentuado progresivamente. Sin embargo, la vida social y la esfera privada de los grandes magnates económicos hace ya largo tiempo que no participan de los esquemas arcaicos, constituyendo, por el contrario, un verdadero alarde de lujo y ostentación. Lo que pone de manifiesto una vez más la naturaleza de esos estereotipos aglutinados bajo el tópico de las “virtudes burguesas”, meros convencionalismos circunstanciales de los que se prescindió tan pronto como dejaron de ser necesarios.
Así pues, el concepto de libre mercado, tal y como es entendido en el presente, y la idea de una publicidad dirigida a perseguir y asaltar a los potenciales clientes, era algo totalmente extraño a la mentalidad predominante por aquel entonces. En ningún código ideológico o moral de la Europa renacentista tuvieron cabida semejantes conceptos, con la única excepción de la literatura rabínica y, más concretamente, del Talmud. Y aunque este último hecho no carezca de importancia, tampoco constituye la clave que sirva para explicar de manera concluyente la irrupción y el asentamiento del modelo capitalista, como determinados tratadistas (Sombart entre los más notables) han pretendido explicar. Baste decir al respecto que dicho modelo económico debió buena parte de su arraigo a la activa participación de individuos y sectores sociales cuyo acervo cultural e ideológico poco tenían que ver con el judaico. Menos consistente aún es el argumento de la teórica incompatibilidad entre el capitalismo y el código religioso vigente en la Europa renacentista, ya que en tiempos de putrefacción los reglamentos morales no son sino letra muerta, o peor aún, meras herramientas de sórdida instrumentalización.
Todo lo apuntado no impide ser cierto el importante papel desempeñado por la plutocracia judía en la consolidación del capitalismo, al punto que todo intento por describir la evolución y el desarrollo de la sociedad moderna prescindiendo de dicha participación sería tanto como falsificar la Historia, además de suponer un injusto escamoteo de los méritos contraídos por la oligarquía israelita con el sistema vigente y tan unánimemente ensalzado en la actualidad. Por lo demás, no deja de ser paradójico que hayan sido precisamente autores hebreos quienes con más claridad y rigor han escrito sobre este asunto hoy tabú (Bernard Lazare, Marcus Ravage, Artur Koestler, Benjamín Beit, Alfred Lilienthal, etc.). Autores que constituyen la mejor fuente de información al respecto, además de la única a la que los intoxicadores de oficio no podrán aplicar el acostumbrado sambenito del antisemitismo.
Dicho esto, volvamos, pues, al tema apuntado líneas atrás, esto es, al reglamento talmúdico, para significar que, efectivamente, son varios los preceptos de ese código que recogen el principio en virtud del cual la conducta de sus seguidores deberá atenerse a normas distintas según se trate de miembros de su comunidad o de individuos ajenos a ella. A estos últimos, es decir, a los goim (término mediante el que se designa a los no-judíos), es lícito “mentirles y trampearlos”. Una concepción que, aplicada al terreno mercantil, alcanzaría uno de sus momentos álgidos en la Polonia del Antiguo Régimen, tal y como lo refleja un apunte sobre el particular tan poco sospechoso de animosidad como el del rabino e historiador Heinrich Graetz, quien describió el proceder de los mercaderes hebreos de aquella época con estas palabras: ”Líos y tergiversaciones, artimañas jurídicas, chocarrería y una cerrazón total ante todo lo que se hallase fuera de su horizonte, en eso consistía la esencia y forma de vida de los judíos polacos…..La honradez y la rectitud les eran tan ajenas como la sencillez y la veracidad. Esta cuadrilla asimiló las mañosas enseñanzas de las escuelas superiores (rabínicas) y las utilizaba para engañar a los menos astutos, experimentando con ello una especie de gozo triunfal. Claro es que su argucias difícilmente podían emplearlas contra sus hermanos de religión, que se las sabían todas; pero el mundo no-judío con que trataban sufrió en sus propias carnes la superioridad del ingenio talmúdico del judío polaco….La depravación de los judíos polacos acabó volviéndose contra ellos de manera sangrienta, y tuvo como consecuencia el que la restante judería europea se contagiara durante un tiempo del modo de ser polaco. Con la emigración de los judíos polacos (a raíz de las persecuciones cosacas) se polonizó, por así decirlo, todo el mundo judío”.
En cualquier caso, y situándonos en el momento presente, la cuestión principal hoy ya no es tanto la libertad estrictamente mercantil, que incluso podría considerarse como un asunto menor, sino el libertinaje que preside el movimiento del capital transnacional y la impunidad con la que operan los grandes traficantes financieros. Y todo ello al amparo del “libre mercado”, una falacia refrendada por todos los foros políticos subordinados a la Alta Finanza mundial, entre los que figura por méritos propios el engendro pergeñado en Maastricht.
En eso, en el dominio absoluto de una reducida oligarquía, consiste el concepto de “libertad” alumbrado por el modelo capitalista, gracias al cual ha podido configurarse una sociedad de siervos alienados y envilecidos por el consumo material.

EL NACIMIENTO DE LA EMPRESA CAPITALISTA

Si, como hemos visto, el carácter usurario y especulador del capitalismo emergente se encarnó en los mercaderes y banqueros florentino del siglo XIV, la otra faceta del nuevo sistema económico, esto es, la predadora y coercitiva, se materializaría en los comerciantes venecianos, auténticos precursores de la moderna mentalidad empresarial. Dos facetas, entiéndase bien, que en la práctica de los hechos han caminado indisolublemente unidas, aunque en el plano meramente teórico la explicación de ciertos acontecimientos pueda resultar más asequible recurriendo a categorías más o menos convencionales.
Los inicios del auge comercial veneciano se remontan al siglo XI, durante el cual el Imperio Bizantino concedió a los negociantes de esa ciudad el derecho a establecer en sus dominios agencias comerciales libres de tasas. Pero fue en el siglo XIII, tras la expulsión de las huestes sarracenas de Sicilia y de otros enclaves de la zona, cuando la flota veneciana pasó a convertirse poco menos que en la dueña del comercio marítimo mediterráneo.
Si hay un rasgo que singulariza a los empresarios-navegantes venecianos, distinguiéndoles así del proceder florentino, fue su proclividad a la acción militar para llevar a cabo sus proyectos de expansión comercial. Bien podría decirse, por tanto, que con ellos el rudimentario bandolerismo medieval se organizó y estructuró bajo el signo de la empresa. En efecto, a lo largo de la Edad Media el asalto y el pillaje habían constituido una práctica frecuente entre buena parte de la nobleza europea. Este fenómeno se manifestó con especial virulencia en Francia y, muy especialmente, en territorio alemán, donde casi alcanzaría características de epidemia. Las correrías expoliadoras de los caballeros salteadores germanos, los célebres raubritter, llegaron a configurar un clima social conocido en aquel país como “la ley del puño”. Pero ese tipo de acciones tuvo siempre un carácter anárquico y ocasional, totalmente desprovisto de cualquier cálculo o plan orientado a la consecución de un objetivo ambicioso. Pura improvisación, en suma, sin el menor atisbo de lo que pudiera definirse como una auténtica empresa.
En el proceder de los magnates venecianos, por el contrario, el pillaje alcanzó cotas de organización verdaderamente empresarial, con toda una maquinaria bélica puesta al servicio de un proyecto lucrativo minuciosamente estructurado. Tanto es así que el término “corsar” fue utilizado en las actas mercantiles venecianas de forma absolutamente natural, sin el menor matiz infamante o peyorativo. Estas prácticas, compartidas igualmente por otras ciudades italianas (Génova, Pisa, Amalfi), se extendieron con el transcurso del tiempo a varios países europeos, llegando a alcanzar en algunos de ellos caracteres de auténtica institución social. Tales fueron los casos de Francia, Holanda y, muy especialmente, de la nación corsaria por excelencia, esto es, Inglaterra..
La piratería francesa, que durante el siglo XVI se nutrió preferentemente de elementos procedentes de la pequeña nobleza protestante, alcanzó su apogeo a mediados del siglo XVII con las flotillas de bucaneros y filibusteros que operaban en aguas de las colonias caribeñas hispanas.
Empresas corsarias, y no otra cosa, fueron también la grandes compañías comerciales de los siglos XVI y XVII (Compañías de Indias HolandesaFrancesa e Inglesa), en cuyos balances de pérdidas y ganancias figuraban, como un capítulo más, las originadas por actos de piratería, lo que era perfectamente normal en ese tipo de sociedades mercantiles dotadas de atribuciones paraestatales de carácter económico, político y militar.
Pero, donde la piratería alcanzó su mayor caracterización y proyección como actividad empresarial, fue, sin ninguna duda, en la Inglaterra del XVI y del XVII y, posteriormente, en sus dominios coloniales del Estado de Nueva York.
A lo largo de todo ese período, la organización y el desenvolvimiento de las escuadras corsarias británicas diferían muy poco de las de cualquier otro negocio, de ahí el calificativo de “business” con que denominaron sus actividades los tratadistas de la época. De hecho, las flotillas piratas eran equipadas y financiadas de forma regular por acaudalados hombres de negocios, cuando no por la propia Corona, y sus más destacados cabecillas fueron elevados a la dignidad señorial (Sir Francis DrakeSir Martin FrobisherSir Richard Grenville, etc).
Aquel carácter predador puesto al servicio de la empresa lucrativa que inspiraba el ánimo de los empresarios-corsarios del XVII, es el mismo que impregnó después la dinámica expansiva del capitalismo actual. Con el transcurso del tiempo evolucionarían las técnicas, pero perduraría la misma rapacidad.

EL AFIANZAMIENTO DEL MODELO ECONÓMICO

Fue a partir del 1600 cuando las formas embrionarias del capitalismo moderno surgidas en los albores del Renacimiento alcanzaron su desarrollo definitivo, primeramente en Holanda, y en Inglaterra después.
Los Países Bajos constituyeron, en efecto, el primer escenario en el que el nuevo modelo económico y la mentalidad empresarial se manifestaron plenamente, pero ya no sólo en unos cuantos enclaves localizados, sino en toda la extensión de una nación.
Fueron varios los factores que confluyeron en la eclosión del capitalismo holandés. Uno de ellos, de indudable relevancia, pero en modo alguno exclusivo, sería el asentamiento en aquel país de un notable contingente de inmigrantes sefarditas salidos de España a raíz del decreto de expulsión. De los aproximadamente 300.000 sefarditas que abandonaron España en las postrimerías del siglo XVI, la porción más importante se asentó en dominios otomanos, si bien hubo grupos numerosos que dirigieron sus pasos hacia Holanda, Inglaterra y las ciudades alemanas de Hamburgo y Frankfurt. Esta última localidad habría de ser con el tiempo la casa matriz de varias dinastías de financieros ashkenazim, tales como los Rothschild, los Warburg, los Mendelsohn y los Speyer.
No obstante, sería inexacto, por no decir falso, atribuir en exclusiva a los inmigrantes hebreos el espectacular desarrollo del mercantilismo holandés y, más tarde, del capitalismo británico. Si, como ya se apuntó, el Talmud era el único corpus ideológico que en los inicios del capitalismo renacentista se compaginaba plenamente con los postulados mercantiles de éste, no podría decirse lo mismo de la situación reinante en la Europa del XVII, en la que ya se había desarrollado por completo la mentalidad surgida de la Reforma protestante. Una mentalidad perfectamente identificada con el nuevo modelo socioeconómico, del que en realidad no fue sino una derivación. Sobre este particular, no hará falta extenderse aquí en excesivas explicaciones, por cuanto se trata de un tema perfectamente conocido. La máxima calvinista (compartida, salvo anecdóticas excepciones, por el protestantismo en su conjunto) en virtud de la cual “el éxito y los beneficios de toda empresa mercantil son la recompensa concedida por Dios a sus elegidos”, es sobradamente ilustrativa al respecto, y resume a la perfección la esencia del espíritu protestante, que convirtió la trascendencia religiosa en un asiento contable o, si se prefiere, en una ética para propietarios y tenderos.
Por lo demás, está suficientemente claro que en el escenario europeo posterior a la Reforma la Iglesia Romana era una institución vinculada a los intereses propios del régimen aristocrático y del orden señorial, mientras que las confesiones protestantes representaban las aspiraciones y mentalidad de la nueva clase emergente y del nuevo sistema socioeconómico. Aunque no por ello deja de ser cierto que, con el transcurso del tiempo, y una vez que el sistema burgués hubo logrado su consolidación política en toda la órbita occidental, la institución vaticana se fue adaptando plenamente a las coordenadas del nuevo modelo, haciendo gala con ello de su conocida versatilidad para acomodarse a las exigencias de los tiempos y a los imperativos del Poder.
Para comprender el desarrollo experimentado por la economía capitalista en los Países Bajos durante el siglo XVII, bastará significar la aparición por entonces de una serie de prácticas que, con el andar de los años, habrían de convertirse en rasgos característicos del capitalismo contemporáneo.
Uno de esos fenómenos fue la fiebre especulativa que se manifestó con inusitada intensidad en la Holanda del XVII, circunstancia de la que da buena prueba el espectacular tráfico económico que tuvo lugar en torno a un artículo tan simple como el tulipán. Esta planta, traída desde Adrianópolis al occidente europeo por el botánico Busbeck hacia mediados del siglo XVI, se convirtió durante el primer tercio del siglo XVII en un objeto de veneración para los ciudadanos holandeses. Fue una de esas extrañas modas, tan corrientes en la época actual, que prendió casi repentinamente, sin que se conozca con certeza la razón. El hecho es que, a partir de 1630, el esnobismo de los primeros momentos comenzó a adquirir tintes de pura y simple especulación. Cada día era mayor el número de personas deseosas de adquirir ejemplares de ese bulbo, aunque ya no por razones decorativas, sino con el propósito de venderlos a un precio superior, no tardando en desarrollarse en torno a los tulipanes un auténtico mercado bursátil en el cual participaban individuos de todas las condiciones sociales. Las Bolsas de las principales ciudades holandesas se convirtieron así en el escenario de transacciones en las que se pagaban miles de florines por ejemplares de tulipán que, convertidos ya en un valor abstracto, al modo de las acciones actuales, nadie había llegado a ver, ni el comprador, ni el vendedor, ni mucho menos el agente bursátil. La histeria especuladora fue en aumento, impulsada por el hecho de que, como en todo negocio de esa índole, el incremento injustificado y vertiginoso de la cotización hizo que, en un principio, todo el mundo obtuviera beneficios. Al punto que muchas personas llegaron al extremo de enajenar todos sus bienes para invertir el numerario así obtenido en tan lucrativo negocio. Claro que, al final, acabó ocurriendo lo inevitable en todo proceso de especulación montado en torno a un objeto carente de valor intrínseco, y cuya estimación resulta ser puramente ficticia. Al vertiginoso ascenso de los precios le sucedió una caída más vertiginosa aún, lo que supuso la bancarrota absoluta para centenares de familias.
El episodio referido no fue sino un claro antecedente de lo que poco después, ya en la Inglaterra del siglo XVIII, habría de desarrollarse plenamente bajo la fórmula del Mercado de Acciones o Bolsa de Valores. Una fórmula, sobra decirlo, de plena actualidad.
Otro fenómeno que se desarrolló también por aquellos años, y muy especialmente en Inglaterra a partir del último tercio del siglo XVII, fue la proliferación de los llamados proyectistas, una especie de antecesores de los actuales expertos en inversiones financieras. Una muestra evidente de la nitidez con la que ya por entonces comenzaron a perfilarse ciertos usos consagrados en la actualidad, nos la ofrece el testimonio de un testigo privilegiado de la época, el inglés Defoe. En su obra "An Essay upon Projects", el escritor británico definió de manera magistral a los proyectistas de entonces con palabras como éstas: “Hay personas demasiado astutas para convertirse en auténticos criminales en su desenfrenada carrera en pos del oro. Éstas se dedican a inventar ciertas formas oscuras de tretas y engañifas, un modo de robar tan reprobable como otro cualquiera, o incluso más, ya que bajo atractivos pretextos inducen a gentes honradas a soltar su dinero y ponerse de su parte, para desaparecer después tras la cortina de un refugio seguro, burlándose de las leyes y de la honradez”.
Las actividades de los proyectistas tuvieron su perfecta correspondencia en la especulación bursátil y en el llamado Mercado de Efectos, cuyas prácticas también nos dejaría descritas el citado autor en sus escritos: ”Al principio estaba constituido por las transferencias simples y esporádicas de títulos y acciones. Pero debido a la industriosidad de los corredores de comercio, en cuyas manos se hallaba el negocio, éste se convirtió en un tráfico basado en las mayores intrigas, astucias y artimañas que jamás se dieron bajo la máscara de la honradez. Pues como los corredores tenían la sartén por el mango, convirtieron la Bolsa en una partida de juego; subían y bajaban los precios de las acciones a su antojo, y mientras tanto siempre contaban con vendedores y compradores dispuestos a confiarles su dinero, no obstante sus falaces promesas”.
Lógicamente, la consolidación del modelo económico capitalista que se operó durante los siglos XVII y XVIII dio paso al nacimiento de las primeras instituciones bancarias al estilo de las que se conocen hoy. Y no es que hasta ese momento no hubiesen existido profesionales del préstamo a gran escala. Lo que ocurre es que tales individuos, pese a su poderío económico, permanecieron supeditados a los avatares y decisiones del poder político, siendo así que su suerte dependía en gran medida de la del monarca al que se hallaban vinculados o de que éste les retirara su confianza. Pero, con el discurrir de la era moderna, los poderes económicos no sólo se fueron emancipando del dominio de la autoridad política, sino que acabaron por erigirse en los dueños y patrones de ésta.
En 1694, y a propuesta del escocés William Patterson (la rapacidad económica de los negociantes escoceses no tardaría en convertirse en algo proverbial), el Parlamento inglés autorizó la creación de una banca de emisión cuya razón social completa sería The Governor and Company of the Bank of England. El capital social del recién creado Banco de Inglaterra, que ascendía a 1.200.000 libras, fue suscrito en su totalidad por inversores privados, y si bien el acta de su fundación no otorgaba a esa entidad ningún monopolio, tres años después, en 1697, una nueva disposición parlamentaria le concedió en exclusiva el privilegio de emitir moneda. A esta prerrogativa se le irían añadiendo con el transcurso del tiempo algunas otras (Carta de 1892, Acta de 1928) que no harían sino consolidar el poder de dicha institución.
Por lo que a Francia se refiere, el escenario económico de aquel país estuvo presidido durante un tiempo por dos personajes. El primero, un financiero de origen israelita llamado Samuel Bernard, fue el banquero personal de Luis XIV y de toda la corte gala. Sus relaciones con los ministros del rey le proporcionaba, entre otras ventajas, una información de primera mano de la que el acaudalado Bernard extraía la oportuna rentabilidad. La fortuna y posición de este financiero llegaron a ser tales que las más destacadas familias de la aristocracia francesa se disputaron el privilegio de emparentar con su descendencia.
No obstante, los últimos años del reinado de Luis XIV se vieron afectado por una progresiva crisis económica, que se acentuó aún más a la muerte del rey Sol. Fue entonces cuando emergió al primer plano la figura del escocés John Law, propietario de la poderosa Compañía Comercial de Occidente y de una entidad bancaria que, en virtud de un edicto de agosto de 1717, pasó a convertirse en la Banca Real, con todas las prerrogativas que ello comportaba, entre otras la de emitir papel moneda. Posteriormente, la desaforada gestión del financiero escocés no tardó en conducir a un crecimiento desmesurado de la circulación fiduciaria, lo que acabaría desembocando en el absoluto descrédito de los billetes emitidos por dicha institución bancaria, prácticamente carentes al final de respaldo y de valor efectivos. En diciembre de 1720 la actividad de la Banca Real fue suspendida, restableciéndose nuevamente el pago exclusivo en numerario metálico.
Las catastróficas consecuencias de aquella experiencia marcaron durante un tiempo tanto a los poderes públicos franceses como a la mayor parte de la población. Habría que esperar al clima generado por la Revolución Francesa para que el recelo de antaño diera paso a un ambiente más propicio para el desenvolvimiento del Gran Capital.
Albert Matiez, uno de los escasos historiadores de la Revolución Francesa que se interesó por los aspectos económicos de la misma, aportó en su día una documentación precisa acerca del papel desempeñado en su gestación y desarrollo por diversos financieros. Figuran entre los más relevantes el banquero Jacques Necker, director general de Finanzas y primer ministro de Luis XVIEtienneDelessert, fundador y propietario de la principal compañía aseguradora francesa, Prevoteau, destacado financiero, y Nicolás Cindre, agente de cambio. A esta relación podrían añadirse los nombres del banquero lionés Fulchiron y de su asociado Givet, así como el del financiero Boscary, presidente de la Caisse D’Escompte y titular de varios cargos políticos de primer orden durante el episodio revolucionario. Todo esto, claro está, sin mencionar la participación de otros patrocinadores foráneos, de los que se dará cuenta más adelante.
Igualmente explícitos son los testimonios de dos destacados protagonistas de aquel evento. El primero de ellos, el revolucionario republicano Rivarol, dejaría escrito en sus memorias que ”una multitud de agiotistas y capitalistas decidieron la Revolución”. No menos elocuentes fueron las palabras pronunciadas en la Convención por el diputado y miembro del Comité de Salud Pública Joseph Cambon:“La gran Revolución ha golpeado a todo el mundo, excepto a los financieros”; palabras que, aun siendo certeras, constituyeron un alarde de cinismo por parte de quien las pronunció, un sicario del nuevo régimen capitalista.
Una vez agotado el período convencional, la situación resultaría todavía más favorable para los intereses de la oligarquía económica. Durante el Directorio, los financieros y hombres de negocios coparon los puestos clave del gobierno y de la Administración, lograron la derogación en la Asamblea de la ley de 17 Germinal del año II (apenas aplicada mientras estuvo en vigor), que ponía algunas trabas al desenvolvimiento de sus actividades y, finalmente, acapararon el lucrativo negocio de los suministros al Estado.
El golpe bonapartista del 19 Brumario de 1799 acabaría por consolidar los intereses plutocráticos. Tan solo dos meses después de que Napoleón fuera proclamado Primer Cónsul nació el Banco de Francia, institución a la que le fue concedida desde su creación el privilegio de recibir en cuenta corriente los fondos de la Hacienda Pública, a lo que se añadiría tres años después la facultad exclusiva de emitir papel moneda. Todo ello tratándose, claro está, de una entidad de carácter privado, cuyo presidente y administradores eran nombrados por los 200 accionistas mayoritarios de la misma.
Por lo demás, son sobradamente conocidas las estrechas relaciones que Napoleón Bonaparte mantuvo con la Alta Finanza, hasta el punto que, pese a existir un poso de mutua desconfianza, el autócrata corso jamás emprendía una campaña militar ni adoptaba una decisión política comprometida sin recabar el parecer de sus banqueros. No menos conocidos son los gigantescos beneficios que las guerras napoleónicas reportaron al entonces llamado Sindicato Financiero Internacional (Baring, Hope, Boyd, Parish, Bethmann, Rothschild), al que el historiador británico Mc Nair Wilson atribuyó la caída de Napoleón a raíz de las medidas adoptadas por éste (bloqueo comercial sobre Inglaterra) en contra de sus intereses.
Inmediatamente después del desmantelamiento del régimen bonapartista comenzó a perfilarse el protagonismo hegemónico de la casa Rothschild, que en el transcurso de unos cuantos años se situaría a la cabeza de la finanza europea. Aunque no el único, el factor que más decisivamente contribuyó a tan fulgurante escalada fue el hecho de que cada uno de los cinco herederos se estableciera en una capital europea, lo que habría de permitirles en lo sucesivo coordinar sus estrategias y disponer en todo momento de una visión completa y no limitada a un sólo país de la situación reinante en el viejo continente.
Para más informaciones sobre los Rothschild, ver nuestro articulo La Dinastia Rothschild: Los Banqueros del Nuevo Orden Mundial.
Este artículo esta extraído del libro “El Nuevo Orden Mundial” de Martín Lozano disponible en nuestra bibliotecaPara seguir en el mismo tema “Genesis y Desarollo del Capitalismo Moderno” del mismo autor, os aconsejamos la lectura del artículo LA REVOLUCION FRANCESA, EL COMPLOT MASONICO DE LA ALTA BURGUESIA.