No se nos anima a prosperar en nuestro camino destinado.
Simplemente sobrevivimos a la imposición constante de agendas sociales autoritarias para deshumanizarnos y desensibilizarnos en pensamientos, comportamientos y acciones comunes.
El equilibrio entre lo positivo y lo negativo en la masa crítica de la humanidad tiende en gran medida hacia esto último.
La negatividad humana ha tejido sus caóticas y densas frecuencias en las raíces de nuestra existencia. La realidad social nos aísla de numerosas maneras para estimular nuestra animosidad, envidia y oposición.
Utiliza nuestra propia ira, duda, temor y resignación para condenarnos a un estado dual de ser.
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