sábado, 2 de septiembre de 2017

DEMOCRACIA ILLUMINATI PARTE 2

"
Imagen relacionada
nuestro gobierno debe asegurar los intereses permanentes de¡ país contra la innovación", estableciendo pesos y contrapesos para "proteger a la minoría de los opulentos contra la mayoría"'.
Se requiere bastante talento para no ver que esta "verdad duradera" ha sido el "interés nacional" desde entonces hasta hoy día, y que la "sociedad tolerante" reconoce el derecho de sostener este principio "unilateralmente si nos obligan", y con extrema violencia si es necesario.

El lamento de Dulles es persistente en los documentos internos. De ahí que, en julio de 1945, cuando Washington , asumió por interés propio la responsabilidad por el sistema capitalista mundial", una extensa investigación de los Departamentos de Estado y de Guerra advirtió sobre una "creciente marea a nivel mundial en la cual la gente común aspira a horizontes más altos y amplios".

La Guerra Fría no fue irrelevante para este prospecto ominoso. El estudio advierte - si bien Rusia no había dado señales del crimen - que ella "no hubiera coqueteado con la idea" de apoyar esas aspiraciones de la gente común. Tenemos que actuar, en consecuencia, en forma directa para contener la amenaza para las democracias de mercado, como entendemos la noción. De hecho, el Kremlin alegremente se unió con el capo en jefe de la Mafia en la destrucción de las aspiraciones de la gente común, en "nuestra pequeña región" y otras partes.

Pero uno nunca puede estar seguro, y la mera existencia de una fuerza "fuera de control" ofreció un espacio peligroso para la no-alineación e independencia, lo que es parte del significado real de la Guerra Fría.

Por cierto, la URSS fue culpable de otros crímenes. Washington y sus aliados estaban profundamente preocupados porque sus dependencias tradicionales estuvieran impresionadas con el desarrollo soviético (y chino), particularmente en comparación con "historias de éxito" como la de Brasil; los disciplinados intelectuales occidentales posiblemente no son capaces de entender esto, pero los campesinos tercermundistas pueden. La asistencia económica del bloque soviético fue considerado también una seria amenaza, a la luz de las prácticas occidentales. Tomemos india como ejemplo.

Bajo el dominio británico cayó en decadencia y miseria, pero algún desarrollo comenzó después de la salida de los británicos. Esto, sin embargo, no fue válido para la industria farmacéutica, donde empresas transnacionales (en su mayoría británicas) hicieron ganancias tremendas en la India mediante precios muy altos, aprovechando su monopolio de mercado. Con ayuda de la Organización Mundial de la Salud y de UNICEF, India comenzó a escaparse de estos controles, pero la producción de medicinas por parte del sector público fue finalmente establecida mediante tecnología soviética. Esto produjo una reducción radical en los precios de medicinas; para algunos antibióticos los precios cayeron hasta el 70%, obligando a las transnacionales a recortar sus precios.

Una vez más, la malicia soviética había socavado la democracia de mercado, permitiendo a millones de personas en India sobrevivir a enfermedades. Por suerte, con el criminal ido y el capitalismo triunfante, las transnacionales están volviendo a tener el control, gracias, recientemente, a las características fuertemente proteccionistas del último tratado de GATT; de ahí que quizás podemos esperar un marcado incremento en defunciones junto con crecientes ganancias para la "minoría opulenta" en cuyos "intereses permanentes" los gobiernos democráticos tienen que trabajar'.

La historia oficial es que occidente estuvo horrorizado por el estalinismo debido a sus atrocidades. Esta pretensión no puede tomarse en serio ni por un momento, como tampoco las pretensiones semejantes sobre los horrores fascistas. Moralistas occidentales han tenido poca dificultad en unirse con asesinos a gran escala y torturadores, desde Mussolini y Hitler hasta Suharto y Saddam Hussein.

Los horribles crímenes de Stalin preocupaban poco.

El presidente Truman admiraba al brutal tirano, considerándolo "honesto" y "astuto como el diablo". Truman sentía que su muerte sería una "verdadera catástrofe". Él podía "entenderse" con Stalin, mientras Estados Unidos imponía sus intereses el 85% de las veces, observaba Truman: lo que pasaba dentro de la URSS no era su asunto. Otras figuras dirigentes estaban de acuerdo.

En reuniones de los tres grandes, Winston Churchill elogiaba a Stalin como "un gran hombre, cuya fama se ha extendido no sólo en toda Rusia sino en el mundo entero", y hablaba cálidamente de su relación de "amistad e intimidad" con esta estimable criatura:
"Mi esperanza -decía Churchill- radica en el ilustre presidente de Estados Unidos y en el Mariscal Stalin, en quienes encontraremos los campeones de la paz, quienes, después de golpear al enemigo nos conducirán para llevar adelante la tarea contra la pobreza, la confusión, el caos y la opresión".

"El Premíer Stalin es una persona de mucho poder, en quien tengo toda la confianza", dijo Churchill a su gabinete te en privado en febrero de 1945, después de Yalta; por eso era importante que quedara en el poder.
Churchill estuvo particularmente impresionado con el apoyo de Stalin a la sanguinaria represión de la resistencia antifascista griega, encabezada por los comunistas, que fue uno de los brutales episodios dentro de la campaña mundial de los libertadores para restaurar las estructuras básicas y las relaciones de poder de los enemigos fascistas, mientras dispersaban o destruían la resistencia, con sus radicales democráticas tendencias y su incapacidad para comprender los derechos y necesidades de la "minoría opulenta".

Regresando a Brasil, durante los primeros años de la década de los sesenta, el experimento estadounidense se enfrentó a un problema familiar:' la democracia parlamentaria. Para remover el impedimento, el gobierno de Kennedy preparó las bases para un golpe militar, que instituyó un régimen de torturadores y asesinos que entendieron las "verdades duraderas". Brasil es uno de los países principales, y el golpe tuvo un significativo efecto de dominó, La plaga de la represión se extendió desde el Coloso del Sur a través de todo el continente, con un apoyo e involucramiento consistente de Estados Unidos.

El objetivo fue descrito de manera precisa por Lars Schoultz, el reconocido especialista académico americano en derechos humanos y política exterior estadounidense en América Latina:
"Destruir de manera permanente una amenaza percibido para la estructura existente de privilegio socioeconómico mediante la eliminación de la participación de la mayoría numérica..... ''
Nuevamente, la Guerra Fría no tenía virtualmente nada que ver con esto. Y como siempre, la URSS estuvo muy contenta de colaborar con los asesinos más depravados, aunque por razones completamente cínicas ofreció a veces asistencia a gente que trataba de defenderse de] ejecutor hemisférico, y sirvió como un disuasivo contra la implementación total de la violencia estadounidense -uno de los pocos casos auténticos de disuasión, pero que por algún motivo sufre de prominencia en tantos estudios sobrios de la teoría de la disuasión.

Conforme a la doctrina convencional, mediante el derrocamiento del régimen parlamentario en nuestra "área privada" e instalando un Estado de Seguridad Nacional gobernado por generales neonazis, los gobiernos de Kennedy y Johnson -en el apogeo del liberalismo americano- estaban "conteniendo la amenaza mundial hacia las democracias de mercado". Ésta es la tesis que debíamos entonar con propia solemnidad. Y en aquel entonces el asunto fue presentado en esta forma, levantando pocos escrúpulos detestables.

El golpe militar fue "una gran victoria para el mundo libre", explicó el embajador Lincon Gordon, antes de volverse presidente de una gran universidad no lejos de aquí. El golpe fue realizado "para preservar y no para destruir la democracia brasileña". En efecto, se trató del "caso más decisivo de victoria de la libertad durante mediados de¡ siglo XX", que debería "crear un clima muy mejorado para las inversiones privadas", de ahí que contenía una amenaza para la democracia de mercado, en un cierto sentido del término.

Esta concepción de democracia es ampliamente aceptada. En Estados Unidos, sus pobladores son "entrometidos e ignorantes extraños" que pueden ser "espectadores" pero no "participantes en acción", sosteníaWalter Lippmann en sus ensayos progresistas sobre la democracia. En el otro lado del espectro, estadistas reaccionarios de la variedad de los reaganistas les niegan aun el papel de espectadores: de ahí su dedicación sin precedente a la censura, y operaciones clandestinas que son secretas únicamente para el enemigo doméstico.

La "gran bestia", como Alexander Hamilton llamaba al temido y odiado enemigo público, tiene que ser domesticado o enjaulado, si el gobierno quiere asegurar "los intereses permanentes del país".

Las mismas "verdades duraderas" son aplicables a nuestros clientes extranjeros, de hecho con mucho más vigor, dado que sus limitaciones son mucho menores. Su práctica consistente lo demuestra con brutal claridad.

La tradicional oposición estadounidense a la democracia es entendible, y a veces reconocida con justa explicitud. Tómese la década de los ochenta, cuando Estados Unidos estuvo dedicado a una "cruzada por la democracia", particularmente en América Latina, según la doctrina estándar. Algunos de los mejores estudios de este proyecto -un libro y varios artículos - son de Thomas Carothers, quien combina el enfoque del historiador con el del informador. Él estuvo en el Departamento de Estado bajo Reagan, involucrado en los programas para "asistir la democracia" en América Latina.

Ésos fueron "honestos", escribe, pero en gran medida un fracaso -un fracaso extrañamente sistemático-. Donde la influencia estadounidense era menor, el progreso fue mayor: en el cono sur de América Latina, donde hubo un progreso real al cual se opusieron los reaganistas, éstos se adjudicaron el crédito por él, cuando no pudieron impedirlo. Donde la influencia estadounidense fue más grande -en Centroamérica-, el progreso fue menor.

Ahí Washington,
"buscó inevitablemente sólo formas de cambio democrático limitadas y de arriba hacia abajo, que no pusieran en riesgo las estructuras tradicionales de poder con las cuales Estados Unidos ha estado aliado por mucho tiempo", escribe Carothers.
Estados Unidos buscó mantener "el orden básico de... sociedades bastante no-democráticas" y de evitar "cambio basado en el populismo" que podría trastornar "órdenes económicos y políticos establecidos" y abrir "una dirección de izquierda".

Esto es precisamente lo que estamos viendo justo ahora en el modelo primordial de Lake, si decidimos abrir nuestros ojos.

En Haití, al presidente electo le fue permitido regresar después de que las organizaciones populares fuesen sometidas a una dosis suficiente de terror, pero únicamente después de que aceptó un programa económico dictado por Estados Unidos que estipulaba que,
"el Estado renovado tiene que centrarse en una estrategia económica enfocada hacia la energía e iniciativa de la sociedad civil, especialmente del sector privado, tanto nacional como internacional".
Inversionistas estadounidenses son el núcleo de la sociedad civil haitiana junto con los super-ricos que apoyaron el golpe de Estado, pero no los campesinos y habitantes de los guetos que escandalizaron a Washington creando una sociedad civil tan viva y vibrante que fueron capaces de elegir un presidente y entrar en la arena pública.

Esta desviación de las normas aceptables fue superada de manera usual, con amplia complicidad estadounidense; por ejemplo, mediante la decisión de los gobiernos de Bush y Clinton de permitir a Texaco el envío de petróleo a los líderes golpistas en violación de las sanciones, un hecho crucial revelado por la Associated Press el día antes del desembarco de tropas estadounidenses, pero que todavía tiene que pasar por los portales de los medios nacionales.

El "Estado renovado" ha vuelto a la normalidad, siguiendo las políticas apoyadas por el candidato de Washington en las elecciones de 1990, que "salieron fuera de control", en las que recibió el 14% del voto.

Las mismas "verdades duraderas" son válidas para el peor violador de los derechos humanos en el hemisferio que -sin sorpresa alguna para cualquiera que sabe de historia- recibe la mitad de toda la ayuda militar estadounidense en el hemisferio: Colombia.

Aquí se elogia como una democracia excepcional y es descrita por un grupo de derechos humanos de los jesuitas - que trata de funcionar a pesar del terror- como una "democra-dura", un término de Eduardo Galeano para la mezcla de formas democráticas y terror totalitario favorecida por la "sociedad tolerante realmente existente", cuando la democracia amenaza con "salirse del control".



En el mundo real, democracia, mercados, y derechos humanos están bajo un serio ataque en muchas partes del mundo, incluyendo a las más importantes democracias industriales.

Además, la más poderosa de ellas - Estados Unidos - en cabeza el ataque. Y en el mundo real, Estados Unidos nunca ha apoyado mercados libres, desde su historia más temprana hasta los años de Reagan, en que establecieron nuevos estándares de proteccionismo e intervención estatal en la economía, contrario a muchas ilusiones.

El historiador de economía Paul Bairoch recalca que,
"la escuela moderna de pensamiento proteccionista... nació en efecto en Estados Unidos", que fue el "país padrino y el bastión del proteccionismo moderno".
Tampoco estuvo solo Estados Unidos. Gran Bretaña seguía un curso semejante antes que nosotros, volcándose hacia el libre comercio sólo después de que 150 años de proteccionismo le hubiese dado tan enormes ventajas que "condiciones competitivas iguales" parecían estar aseguradas, abandonando esta posición cuando. la expectativa dejó de ser satisfecha. No es fácil encontrar una excepción.

Los Primer y Tercer Mundos de hoy fueron mucho más similares durante el siglo XVIII. Una de las razones de las enormes diferencias desde entonces es que los que dominaban no aceptarían la disciplina del mercado que impusieron a la fuerza en sus dependencias. El "mito" más extraordinario de la ciencia económica, concluye Bairoch desde una revisión del desarrollo histórico, consiste en que el mercado libre provee el sendero del desarrollo: "Es difícil encontrar otro caso donde los hechos contradicen tanto una teoría dominante", escribe, subvalorando la importancia de la intervención del Estado para los ricos porque se limita de manera convencional a una restringida categoría de interferencias de mercado.

Para mencionar sólo un aspecto de la intervención estatal que, comúnmente se omite de la historia económica estrechamente construida, hay que recordar que la revolución industrial temprana fue fundada sobre el algodón barato, al igual que la "edad de oro" de pos-1945 dependía del petróleo barato. El algodón no se mantuvo barato por los mecanismos de mercado: más bien, por la eliminación de la población nativa y la esclavitud, -una interferencia más bien seria con el mercado, no considerado como un tópico de economía, sino de otra disciplina-. Si las ciencias naturales tuvieran un departamento dedicado a los protones, otro a los electrones, un tercero a la luz, etc., cada uno limitándose a su dominio designado, habría poco temor de que se entendiera a la naturaleza.

El historial es impresionantemente consistente. Gran Bretaña utilizaba la fuerza para impedir el desarrollo industrial en la India y Egipto, actuando muy conscientemente para socavar una potencial competencia. Después de la revolución estadounidense, sus antiguas colonias se desarrollaron sobre un sendero propio, basándose en una extensiva protección y subsidios para su propia revolución industrial, primero en textiles y maquinaria, después acero y manufactura y así hasta el día de hoy: computadoras y electrónica en general, metalurgia, la industria aeronáutica, la agricultura, los farmacéuticos, de hecho, virtualmente todo sector operativo de la economía.

Desde la Segunda Guerra Mundial, el sistema del Pentágono - incluyendo a la NASA y al Departamento de Energía -ha sido usado como un mecanismo óptimo para canalizar subsidios públicos hacia los sectores avanzados de la industria, una de las razones por las que sigue existiendo con escasos cambios después de la desaparición del presupuesto alegado.

El actual presupuesto del Pentágono es más alto en dólares reales que bajo Nixon y no muy por debajo de su promedio durante la Guerra Fría y probablemente se incrementará bajo las políticas de los reaccionarios estadistas mal llamados "conservadores". Como siempre, mucho de eso funciona como una forma de política industrial, un subsidio del contribuyente fiscal a la ganancia y el poder privados.

Partidarios más extremos del poder estatal y de la intervención han expandido estos mecanismos de asistencia social para los ricos. Básicamente por medio de los gastos militares, el gobierno de Reagan aumentó la proporción estatal en el PIB a más del 35% hasta el año de 1983, un incremento mayor al 30%, comparado con la década anterior. La guerra de las galaxias fue vendida al público como "defensa" y a la comunidad empresarial como un subsidio público para tecnología avanzada.

Si se hubiera permitido que las fuerzas del mercado funcionaran, entonces no habría una industria de acero automovilístico estadounidense ahora. Los reaganistas simplemente cerraron el mercado a la competencia japonesa. El entonces secretario de Hacienda, ]ames Baker, proclamó orgullosamente ante un público empresarial que Reagan "había concedido más alivio de las importaciones a la industria estadounidense que cualquiera de sus predecesores en más de medio siglo". Era demasiado modesto: fue, de hecho, más que todos sus predecesores juntos, aumentándose las restricciones a las importaciones en un 23%.

El economista internacional y director del instituto para la Economía Internacional, en Washington, Fred Bergsten (quien realmente aboga en favor del comercio libre), agrega que el gobierno de Reagan se especializó en el tipo de "comercio gerenciado" que más "restringe el comercio y cierra mercados", como por ejemplo los acuerdos de restricción voluntaria de exportaciones. Ésta es la "forma más insidiosa de proteccionismo", recalcaba, que "aumenta los precios, reduce la competencia y refuerza el comportamiento tipo cartel". El Informe Económico 1994 para el Congreso estima que las medidas proteccionistas de Reagan redujeron las importaciones industriales en un 20%.

Mientras que la mayoría de las sociedades industriales se han vuelto más proteccionistas en las décadas recientes, los reaganistas muchas veces lideraron el proceso. Los efectos sobre el Sur han sido devastadores. Las medidas proteccionistas de los ricos han sido un factor principal en la duplicación del abismo -ya de por sí grande- entre los países más pobres y los más ricos, desde 1960.

El Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo, de 1992, estima que tales medidas han privado al Sur de 500.000 millones de dólares al año, esto es alrededor de 12 veces la "ayuda" total -que en su mayor parte, de hecho, es promoción de exportaciones bajo diferentes disfraces. Este comportamiento es "virtualmente criminal", observó recientemente el distinguido diplomático y autor irlandés, Erskine Childers.

Uno podría detenerse un momento para ver, por ejemplo el "genocidio silencioso" condenado por la OMS: 1 1 millones de niños que mueren cada año porque los países ricos les niegan centavos de ayuda, siendo Estados Unidos el más miserable de todos, aun si incluimos el componente más grande de "ayuda", que va hacia uno de los países ricos, el cliente americano Israel. Es un tributo al sistema de propaganda estadounidense el que sus ciudadanos groseramente sobrestimen los gastos de ayuda externa, al igual que hacen con la asistencia social, que también es miserable a la luz de los estándares internacionales, si excluimos la asistencia social para los ricos, y no la que tienen en la mente.

Los reaganistas reconstruyeron también la industria estadounidense de tarjetas electrónicas (chips) mediante medidas proteccionistas y un consorcio de gobierno e industria, para impedir que los japoneses se posesionaran de ella. El Pentágono, bajo Reagan, apoyó también el desarrollo de computadoras avanzadas, convirtiéndose - en palabras de la revista Science - en "una fuerza clave del mercado" y "catapultando la computación paralela masiva del laboratorio hacia el estado de una industria naciente", para ayudar de esta manera a la creación de muchas "jóvenes compañías de supercomputación".

La historia sigue y sigue en prácticamente todos los sectores de la economía que funcionan.

La crisis social y económica global es comúnmente atribuida a fuerzas de mercado que son inexorables. Los analistas se dividen entonces en torno a la contribución de varios factores, primordialmente la automatización y el comercio internacional. Hay un elemento considerable de decepción en todo esto. Grandes subsidios estatales y la intervención del Estado siempre han sido necesarios, y todavía lo son, para hacer aparentar como eficiente al comercio, pasando por alto los costos ecológicos impuestos a las generaciones futuras que no "votan" en el mercado, y otras "externalidades", consignadas en las notas al pie de página.

Para mencionar sólo una pequeña distorsión del mercado, una buena parte del presupuesto del Pentágono ha sido dedicada para "asegurar el flujo del petróleo a precios razonables" desde el medio Oriente, "predominantemente un territorio reservado para Estados Unidos", como observa Phebe Marr, de la Universidad de Defensa Nacional, en una revista académica; ésta es una contribución a la "eficiencia del comercio" que pocas veces recibe atención.

Véase el segundo factor, la automatización. Seguramente contribuye a las ganancias en algún momento, pero este momento fue alcanzado por décadas de protección dentro del sector estatal -la industria militar- como David Noble ha demostrado en una obra importante. Además ha demostrado que la forma específica de automatización fue escogida frecuentemente por razones de poder más que de ganancia o eficiencia; fue diseñada para desprofesionalizar a los trabajadores y subordinarlos al management, no por principios de mercado o la naturaleza de la tecnología, sino por razones de dominación y control.

Lo mismo es cierto en un sentido más general. Ejecutivos han informado a la prensa empresarial que una razón principal para trasladar trabajos industriales a países que tienen mano de obra más cara es obtener ventajas en la guerra de clases. "Nos preocupa tener sólo un lugar donde se hace un producto", explica un ejecutivo de la corporación Gillette, principalmente por "problemas laborales". Si los trabajadores en Boston van a la huelga, explica, Gillette podría suministrar tanto a los mercados europeos como a los estadounidenses desde su planta en Berlín, rompiendo, de esta manera la huelga.

Por lo mismo es simplemente razonable que Gillette emplee tres veces más trabajadores fuera de Estados Unidos, independientemente de los costos y no por razones de eficiencia económica. De manera similar, la corporación Caterpillar, que ahora está tratando de destruir los últimos restos del sindicalismo industrial, está prosiguiendo "una estrategia empresarial que ha empujado a los trabajadores americanos desde una posición de desafío hacia una de sumisión", informa el corresponsal para asuntos empresariales, James Tyson.

La estrategia incluye "manufacturar en instalaciones más baratas en el exterior y contar con importaciones desde fábricas en Brasil, Japón y Europa".

Esto se facilita por las ganancias que se han vuelto extraordinarias al tiempo que se diseña la política social para enriquecer a los acaudalados; la contratación de "temporales" y "trabajadores de remplazo permanente" en violación de los estándares internacionales del trabajo; y la complicidad del Estado criminal que se niega a cumplir con las leyes laborales, una posición convertida en cuestión de principio por los reaganistas, como Business Week documentó en una importante reseña.

El significado real del "conservadurismo de mercado libre" es ilustrado si observamos de cerca a los entusiastas más apasionados por querer "quitarnos el gobierno de encima" y dejar que el mercado reine sin ser perturbado. El vocero de la Cámara baja, Newt Gingrich, es quizás el ejemplo más impresionante. Él representa al Condado de Cobb en Georgia, que el New York Times seleccionó para ilustrar en una nota de primera plana a la creciente ola de "conservadurismo" y de desprecio para el "Estado-nana".

El título dice: "El conservadurismo florece entre los supermercados", en este acaudalado suburbio de Atlanta, escrupulosamente aislado de cualquier infección urbana, de tal manera que los habitantes pueden disfrutar de sus "valores empresariales" y entusiasmos de mercado, defendidos en el Congreso por el guía conservador, Newt Gingrich, en un "mundo de Norman Rockwell con computadores de fibra óptica y aviones jet", como Gingricht describió su distrito con mucho orgullo'.

Hay, sin embargo, una pequeña nota al pie de página. El Condado de Cobb recibe más subsidios federales que cualquier otro suburbio en el país, con dos excepciones interesantes: Arlington, Virginia, que es, efectivamente, parte del gobierno federal, y la zona de Florida que alberga el Centro Espacial Kennedy, otro componente del sistema de subsidio público-ganancia privada. Si salimos del sistema federal mismo, el Condado de Cobb toma el liderazgo en extorsionar fondos del contribuyente fiscal, quien es también responsable del financiamiento de "aviones jet y computadores con fibras ópticas" del mundo de Norman Rockwell.

La mayoría de los trabajos en el Condado de Cobb, debidamente con altos salarios, se ganan nutriéndose del pesebre público. La riqueza de la región de Atlanta, en general, puede trazarse sustancialmente hacia la misma fuente, Mientras tanto, los elogios de los milagros de mercado llegan a los cielos donde el "conservadurismo está floreciendo".

El "contrato con América" de Gingricht ejemplifica claramente la ideología del "libre mercado" de doble filo: protección estatal y subsidio público para los ricos, disciplina de mercado para los pobres. Llama a "recortar los gastos sociales" y los pagos en salud para los pobres y personas mayores, negando ayuda para niños y recortando programas de asistencia social -para los pobres-. También convoca a incrementar la asistencia a los ricos, siguiendo el camino clásico: medidas fiscales regresivas y subsidios directos.

En la primera categoría están incluidas mayores franquicias fiscales para empresas y ricos, reducción de impuestos sobre ganancias de capital, etc. En la segunda categoría se trata de subsidios de los contribuyentes fiscales para inversiones en plantas y equipo, reglas más favorables para la depreciación, el desmantelamiento del aparato regulatorio que sólo protege a la población y las generaciones futuras y fortaleciendo nuestra defensa nacional" para que podamos "mantener (mejor) nuestra credibilidad en el mundo" de tal manera que, cualquiera que tenga ideas extrañas, corno sacerdotes y organizadores campesinos en América Latina, va a entender que "lo que nosotros decimos, se hace".

La frase "defensa nacional" no es siquiera un chiste enfermizo, que debería provocar burlas entre gente que se respeta a sí misma. Estados Unidos no enfrenta ninguna amenaza, pero gasta casi tanto en "defensa" como el resto del mundo combinado. Sin embargo, los gastos militares no son bromas. Además de asegurar una particular forma de "estabilidad" en el "interés permanente" de los que cuentan, necesita el Pentágono para proveer a Gingrich y a su rica clientela , para que puedan fulminar contra el Estado-nana que está llenando sus bolsillos.

El contrato es notablemente descarado. De ahí que las propuestas para incentivos empresariales, reducción de impuestos sobre ganancias y otras asistencias sociales de este tipo para los ricos aparecen bajo el concepto de "Ley para la creación de empleos y el acrecentamiento de los salarios". La sección incluye, en efecto, una provisión de medidas "para crear empleos y aumentar los salarios de los trabajadores" -con la palabra agregada: "sin financiamiento"-. Pero no importa. En el Newspeak contemporáneo, la palabra "empleos" debe entenderse como "ganancias", de ahí que se trata, en efecto, de una propuesta para "crear empleos", que continuará "acrecentando" los salarios hacia abajo.

Este patrón retórico es también general. Mientras estamos reunidos en noviembre de 1994, Clinton se prepara para ir a la cumbre económica de Asia-Pacífico en Jakarta, donde tendrá poco que decir sobre la conquista de Timor Oriental que llegó a su clímax casi genocida con la amplia ayuda militar estadounidense, o sobre el hecho de que los salarios, en Indonesia son el 50% de los de China, mientras que los trabajadores que tratan de formar sindicatos son asesinados o encarcelado
s.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario