Al paso que el
azadón del arqueólogo se hunde cada vez más en el pasado,
mayor es la preocupación que se respira en el ambiente
académico. ¿Que pasaría si, según Velikovsky, somos "un
mundo en amnesia"? Este articulo propone que la pirámide
mexicana de Cuicuilco - tal vez la más vieja del mundo -
constituye la amenaza más grande a los cronogramas
establecidos por la Ciencia.
Jorge Luis Borges, uno de los autores de mayor renombre en la literatura tanto hispana como mundial, describió en su relato Las Ruinas Circulares una pirámide circular más vieja que el tiempo, coronada por un templo al dios del fuego. Como si se tratase de una experiencia onírica, Borges guía al lector a través de una aventura metafísica altamente surrealista.
¿Será el monumento en cuestión la impresionante ruina de forma circular conocida como la pirámide de Cuicuilco? Los arqueólogos prefieren olvidarse de Cuicuilco, la gran mole circular que surge del medio de un antiquísimo campo de lava al sur de la Ciudad de México. Las ruinas, según algunos, constituyen "una bofetada en la cara de la historia". Aún hoy en día, muchos académicos asisten tácitamente a la destrucción del monumento, que se encuentra rodeado de un número cada vez mayor de centros comerciales, viaductos, polígonos industriales y unidades de vivienda. La contaminación atmosférica - uno de los males más grandes que enfrenta la ciudad de México - junto con la amenaza de la "lluvia ácida", seguramente acabarán con esta "oveja negra", estorbo a la arqueología, si no llegan a tomarse medidas.
La controversia ha sido ocultada debajo del tapete y no se hace mención alguna del tema. Los turistas no encontrarán tarjetas postales ilustrando a Cuicuilco y las guías de viaje sólo mencionan las ruinas someramente.
No obstante, todos los expertos están de acuerdo en que Cuicuilco es la estructura más vieja en el valle del Anahuac, que aloja a la moderna Ciudad de México, y es la primera construcción monumental en el continente americano. Aunque la información oficial indica que las estructuras de Cuicuilco no datan mas allá del 600 a.C., los textos revisionistas alegan que la pirámide fue construida hace unos 8.000 o 10.000 años, haciéndola casi tan viejas como el "hombre de Tepexpan", el morador prehistórico más antiguo en Mesoamérica, cuyos restos fueron hallados junto con los de un mamut.
Jorge Luis Borges, uno de los autores de mayor renombre en la literatura tanto hispana como mundial, describió en su relato Las Ruinas Circulares una pirámide circular más vieja que el tiempo, coronada por un templo al dios del fuego. Como si se tratase de una experiencia onírica, Borges guía al lector a través de una aventura metafísica altamente surrealista.
¿Será el monumento en cuestión la impresionante ruina de forma circular conocida como la pirámide de Cuicuilco? Los arqueólogos prefieren olvidarse de Cuicuilco, la gran mole circular que surge del medio de un antiquísimo campo de lava al sur de la Ciudad de México. Las ruinas, según algunos, constituyen "una bofetada en la cara de la historia". Aún hoy en día, muchos académicos asisten tácitamente a la destrucción del monumento, que se encuentra rodeado de un número cada vez mayor de centros comerciales, viaductos, polígonos industriales y unidades de vivienda. La contaminación atmosférica - uno de los males más grandes que enfrenta la ciudad de México - junto con la amenaza de la "lluvia ácida", seguramente acabarán con esta "oveja negra", estorbo a la arqueología, si no llegan a tomarse medidas.
La controversia ha sido ocultada debajo del tapete y no se hace mención alguna del tema. Los turistas no encontrarán tarjetas postales ilustrando a Cuicuilco y las guías de viaje sólo mencionan las ruinas someramente.
No obstante, todos los expertos están de acuerdo en que Cuicuilco es la estructura más vieja en el valle del Anahuac, que aloja a la moderna Ciudad de México, y es la primera construcción monumental en el continente americano. Aunque la información oficial indica que las estructuras de Cuicuilco no datan mas allá del 600 a.C., los textos revisionistas alegan que la pirámide fue construida hace unos 8.000 o 10.000 años, haciéndola casi tan viejas como el "hombre de Tepexpan", el morador prehistórico más antiguo en Mesoamérica, cuyos restos fueron hallados junto con los de un mamut.
Lo que dice la Ciencia
Cuicuilco mide 17 metros de alto y cuenta con un diámetro de 115 metros; una variedad de rampas ofrecen acceso a su nivel más alto, que alojó en su tiempo un templo con la estatua de Huehueteotl - el "dios viejo del fuego", la primera deidad adorada en las Américas. La majestuosa pirámide circular se encuentra rodeada de estructuras pequeñas y edificios rectangulares con pisos bien terminados que pudieron haber sido casas.
Vista desde la carretera, o desde la posición ventajosa ofrecida por el centro comercial Perisur, el visitante puede creer que está viendo una fortificación del tipo construido por los celtas.
De acuerdo con el historiador Stuart J. Fiedel, entre 5.000 y 10.000 habitantes ocuparon Cuicuilco durante el Primer Periodo Intermedio 2 (650 - 300 A.C.) y que la región aledaña contaba con unos 75.000 habitantes.
La población aumentó considerablemente durante el Primer Intermedio 3 (300 - 100 a.C.), alcanzando los 145.000, con veinte mil de ellos ocupando Cuicuilco y el resto situados en Teotihuacan.
El sitio arqueológico de Cuicuilco ha producido figurillas de barro que reflejan una serie de bailarines, acróbatas y músicos, al igual que máscaras ceremoniales seguramente empleadas por los shamanes y actores para representaciones de ceremonias sagradas. Existen motivos para pensar que esta cultura alcanzó altos niveles de especialización y que contaba con albañiles, ladrilladores, administradores, sacerdotes y burócratas.
La comunidad circundante a la pirámide incluía entre 400 y 500 viviendas aglomeradas en grupos de tres a seis. Se piensa que los ocupantes de las agrupaciones representaban los linajes o jerarquías conforme a su descendencia de la estirpe del jefe de la tribu. Sin embargo, no existe suficiente diferencia entre las riquezas descubiertas en las tumbas o en el diseño de las casas para afirmar a ciencia cierta que existían diferencias marcadas de "status".
La vida de los prósperos y pacíficos habitantes de Cuicuilco tocó a su fin cuando el Ajusco - una cima de 2.000 metros de altura localizada en la misma cordillera que el volcán Popocatepetl - inicio su actividad volcánica. Los terremotos que abatieron el valle del Anahuac hicieron que se abriese un enorme agujero en la tierra: un volcán más pequeño conocido como Xitle, que arrojó marejadas de lava que destruyeron a la cercana Copilco antes de inundar a la misma Cuicuilco. Los habitantes de la región huyeron ante la destrucción, dejando atrás un campo de lava de 128 kilómetros cuadrados conocido hoy en día como El Pedregal.
Pero hoy, siglos después de la destrucción original, un nuevo cataclismo se cierne sobre Cuicuilco.
En junio de 1997, el Grupo Financiero Imbursa recibió la aprobación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para emprender la construcción de un moderno complejo de oficinas adyacente a la pirámide.
El proyecto incluye una torre de veintidós pisos y un estacionamiento para 1.500 automóviles. Los arquitectos del proyecto insisten que el diseño de su proyecto tomará en consideración la importancia arqueológica de la zona, pero en comentarios vertidos en el rotativo La Jornada (3/VII/97), un comité de vecinos afirmo: "La historia terrible y oscura que han tenido los terrenos en esta zona es producto del clientelismo de capitales privados y de la continua entrega del patrimonio cultural por funcionarios vendidos ante empresarios corruptos".
Lo que no dice la Ciencia
La controversia acerca de la fecha de la erupción de Xitle se ha mantenido en pie por décadas. Los estudiosos del periodo "Preclásico" de México sostienen que la erupción tomó lugar entre 500 a.C. y 200 AD., mientras que los geólogos apuntan que la erupción volcánica tuvo lugar alrededor del año 7000 a.C. - está de más decir que se trata de una discrepancia significativa.
Los esfuerzos por "restaurar" Cuicuilco entre 1906 -1910 conllevaron la eliminación de enormes bloques de adobe de los niveles superiores, pero no fue hasta 1922 que comenzaron en serio las excavaciones arqueológicas, cuando un equipo bajo la dirección del Dr. Byron Cummings de la Universidad de Arizona se lanzó a desenterrar lo que bien puede ser la pirámide más vieja del mundo. Según los apuntes del Dr. Cummings, una luz muy brillante apareció una noche sobre las ruinas, volando encima de El Pedregal en dirección al cerro de Zacatepec, antes de desaparecer a gran velocidad. Lejos de asustar a los obreros, la misteriosa luz los llevó a trabajar con más ahínco, pensando que la señal indicaba la presencia de un tesoro enterrado.
Cummings manifestó su interés en los hallazgos del geólogo George Hyde, cuyos análisis del campo de lava comprobaron que éste tenía por lo menos siete mil años de edad. Este hecho comprobaba que Cuicuilco era dos mil años más vieja que la pirámide de Gizeh.
La arqueología insiste que las pruebas de carbono14 hechas a la capa de lava de El Pedregal indicaron una antigüedad que se remontaba sólo al 400 AD., pero sin mencionar que dicha lectura representa la edad de la capa superficial. El Dr. Cummings descubrió en el transcurso de sus excavaciones seis metros de ceniza y sedimentación entre el fondo de la capa de El Pedregal y el pavimento circundante de la pirámide, estimando que la formación de dichas capas habría tomado por lo menos 6.500 años.
Pero si el incidente ovni no detuvo las excavaciones, el considerable costo de realizar excavaciones a través de la lava sí lo hizo. La pirámide permanece hoy solo parcialmente descubierta: el resto se encuentra cubierto por un campo de lava de treinta kilómetros cuadrados con una profundidad promedio de ocho metros. El crecimiento de la Ciudad de México hace que la reanudación de las excavaciones sea imposible, y es posible que jamás sepamos qué otro artefacto enterrado nos pueda haber dado mejores indicios acerca del origen de la pirámide circular, su propósito y sus constructores. Los científicos insisten que su conformación circular, única en su clase, es la representación de un volcán. No obstante, la maqueta de la pirámide, localizada en el Museo Nacional de Antropología, llevaría hasta el más desinteresado de los turistas a pensar: ¿por qué se parece a un platillo volador?
Pero no hace falta ir tan lejos. Algunos criptoarqueólogos (mote dado a los estudiosos de la "arqueología maldita") como el autor Carl P. Munck, opinan que la pirámide de Cuicuilco, al igual que las pirámides egipcias, era un repositorio de los conocimientos matemáticos de culturas desaparecidas. Munck arguye que la pirámide circular comprueba el conocimiento de las leyes matemáticas y de expresión geodésica de los antiguos Cucuilcanos mediante su localización geográfica, situada a 19ø: 18"=01.05263157894 - diecinueve grados, dieciocho minutos y fracción de segundos de latitud norte de Ecuador - lo que equivale a los 360 grados del arco de un círculo.
El misterio de Teotihuacán
Cruzar los campos de maguey y chaparral que rodean al sitio arqueológico de Teotihuacán ofrece al visitante la sensación de estar en otro planeta.
Aunque el día esté soleado, existe cierto grado de extrañeza en el paisaje que hace que las enormes pirámides del Sol y de la Luna produzcan un poco de trepidación. Cuando el día se torna nublado, la región completa y sus montañas parecen haber servido de inspiración para los atemorizantes reinos ultramundanos del escritor H.P. Lovecraft.
No obstante, miles de turistas visitan Teotihuacán cada año. Miles de tarjetas postales y libros que muestran el complejo de ruinas se venden en todo el país y en el extranjero, pero aún no sabemos quién construyó la metrópoli de piedra. Los aztecas sentían gran reverencia por el lugar, denominándolo "la ciudad de los dioses", puesto que no podían pensar que los monumentos pudiesen haber sido obra de seres humanos. La superstición hizo que los aztecas evitasen ocupar Teotihuacan, y cuando llegaron los primeros españoles, se encontraron que el lugar estaba cubierto por gruesas capas de lodo aluvial. Los historiadores señalan que Teotihuacan fue erigida cerca del 200 AD y que fue saqueada por los toltecas en 856 AD.
Existe evidencia de que las pirámides mexicanas son mucho más antiguas que lo indicado por las ultra conservadoras cifras de los expertos. Según el arqueólogo inglés H.S. Bellamy, las excavaciones en Teotihuacan exigieron la eliminación de capas de tierra de un metro en espesor. El mismo Bellamy opinó que la pirámide debió haber sido construida alrededor del año 5000 a.C.
A mediados de los años 30, el general Langlois, un sabio francés, se dedicó a estudiar concretamente la evidencia de una extraña civilización desconocida precursora de los olmecas y los toltecas en el marco mesoamericano. Esta enigmática cultura se caracterizó por sus eminentes matemáticos e ingenieros, quienes posiblemente se limitaron a imitar monumentos aun más viejos. El recuerdo de su existencia, así como la magnitud de sus logros, pudo haber hecho que las culturas sucesivas los consideraran como dioses que fueron destruidos a causa de inundaciones, terremotos y otras catástrofes. Langlois se aventuró a opinar que ciertas pirámides egipcias eran, en efecto, copias de pirámides mexicanas más antiguas.
El investigador mexicano Pedro Ferriz, junto con su colega Christian Siruget, descubrieron una propiedad de las pirámides mexicanas que las hacia aun más singulares: la capacidad de éstas de almacenar energía como baterías. Luego de haber realizando pruebas en un número de pirámides a lo largo del país, los investigadores manifestaron su opinión de que las estructuras habían sido diseñadas con el propósito de recolectar energía para distribuirla posteriormente. Añadieron a esta hipótesis el hecho de que los antiguos constructores pintaban de rojo y azul los lados de sus pirámides para indicar los polos positivo y negativo de la batería. En el libro Los OVNI y la arqueología de México (Editorial Diana, 1976), Ferriz señala que la pirámide de Cholula representa un ejemplo perfecto de este fenómeno. Esta pirámide, que se encuentra enterrada debajo de una colina y rematada por una iglesia del periodo colonial, era considerada la estructura más grande del mundo hasta la construcción de la represa Boulder Dam en los EE.UU. Los autores del libro postulan que el alineamiento de un cerro artificial, conocido como el Teoton, con el extinto volcán Tecajete y la pirámide en sí, se repite en otros complejos piramidales del país.
La hipótesis no es tan descabellada como puede parecer a primeras instancias: el autor francés Robert Charroux hace mención de pirámides radiactivas en su libro The Gods Unknown. La pirámide de Couhard, en Bretanya, cuya altura sobrepasa los treinta metros, fue construida con piedra filitica radiactiva. Charroux escribe que la pirámide de Couhard dispone de buen alineamiento horizontal y que está alineada a un pozo que conduce a una profunda falla geológica que aparentemente sirvió de fuente para las ondas negativas de Coulomb. La gran mole emite radiación gamma K41, lo que lleva al escritor a pensar que las pirámides fueron utilizadas como balizas para guiar naves de procedencia extraterrestre a ciertos puntos de la Tierra. Charroux hace la atrevida declaración de que la energía proveniente de las pirámides era utilizada para reabastecer los sistemas de propulsión de sus hipotéticas naves espaciales.
El regreso de los "paleoastronautas"
Mientras que el concepto de "paleoastronautas" - visitantes alienígenas a nuestro mundo durante la prehistoria - se difundió considerablemente durante los años 70, perdió popularidad con el paso del tiempo entre los estudiosos y el público general por igual, posiblemente debido a que la teoría postulaba un origen extraplanetario a casi todos los monumentos de la antigüedad. No obstante, el éxito de los libros de Zecharia Sitchin a comienzos de la presente década trajo consigo un reavivamiento en el interés por este tema.
El Centro de Estudios de Fenómenos Paranormales de México (CEFP) publicó en su boletín Terra Incógnita (verano 1995) un estudio hecho por el destacado investigador Gustavo Nelin, un ingeniero químico dedicado a desvelar los antiguos misterios de su país junto con el enigma más reciente representado por el fenómeno ovni.
La localidad de Chalcaltzingo (Morelos) ostenta un petroglifo de cuatro mil años de edad conocido oficialmente como "el Rey", pero cuya descripción se asemeja más a la de una figura casi horizontal que parece flotar en el espacio mientras que porta un objeto parecido a una linterna en las manos. Un "vehículo espacial" aparece suspendido sobre la figura, que está claramente flotando en el aire, ya que el artista lo ha representado rodeado por aves.
Nelin hace la observación de que el casco que lleva la figura guarda gran semejanza a los cascos utilizados por los aviadores contemporáneos, y que la figura parece estar vestida con un traje de una sola pieza con pesadas correas, y que lleva botas sobre los pies.
El "astronauta olmeca" no es único: otras dos representaciones que aparecen en un objeto de jade y sobre una estela en La Venta (Veracruz), respectivamente, muestran seres humanos en la misma pose voladora que la figura de Chalcaltzingo. El autor hace el comentario de que hay suficientes elementos plasmados en las tres imágenes para indicar que el vuelo era conocido por los escultores de aquellas épocas.
Nelin también ha investigado otros lugares de interés arqueológico que han sido pasados por alto por los viajeros de nuestro tiempo, así como Cacaxtla en el estado de Tlaxcala (al noreste de la Ciudad de México).
Flanqueada por los imponentes volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl, Cacaxtla es una ciudadela de 4 kilómetros de largo por 1 kilómetro de ancho que contiene las ruinas de palacios, viviendas, estructuras religiosas y otros edificios. El lugar se caracteriza por sus vivos murales de hombres y mujeres con rasgos animalescos.
Mientras que se le ha prestado mucha atención a los enigmáticos petroglifos de Canyonlands (Utah, EE.UU.), se ha pasado por alto uno de mayor importancia en Tlatilco. Este petroglifo en particular representa una criatura cuya cabeza redonda está contenida dentro de un casco cuadrado, y cuyos pies dan la impresión de estar cubiertos con botas. ¿Se trata de un astronauta prehistórico, o de un sacerdote antiguo con una caja sobre la cabeza? Los arqueólogos se inclinan por esta última alternativa, aunque los antiguos de aquella época aún desconocían lo que
era una caja.
Conclusión
Nuestros anaqueles se han llenado de libros acerca de los misteriosos edificios construidos en el pasado olvidado de la humanidad, y la lectura de estos sólo ha aumentado nuestra curiosidad al respecto sin ofrecer respuestas. El mundo de la arqueología está repleto de anomalías que apuntan hacia civilizaciones avanzadas que existieron en épocas mucho más remotas de lo que la ciencia moderna está dispuesta a aceptar. Resulta prematuro e innecesario invocar la participación de los extraterrestres en los logros de estos pueblos olvidados: la humanidad de entonces era ciertamente tan ingeniosa como la de hoy, y estaba perfectamente equipada para hacer el mejor uso de los materiales que tenían a su disposición.
Es otra cosa decir que dichas culturas representaron las visitas de criaturas interplanetarias o hasta interdimensionales en sus artesanías, su arquitectura, o hasta su lenguaje: Quetzalcoatl, la deidad "venusina" adorada como la representación de lo espiritual y de lo bueno en el México antiguo, era el hijo de Chimalma, "el escudo espejo". ¿Puede referirse dicho nombre a una deidad que salió del vientre de un disco brillante con forma de escudo? El misterio sigue siendo tan inquietante para nosotros hoy como lo fue para los aztecas hace quinientos años.
Ignorada por el turismo y mayormente olvidada por el público en general, la pirámide circular de Cuicuilco sigue ocupando un inmerecido puesto en la "lista negra" de la ciencia oficial, junto con otros monumentos cuya única culpa es la de no encajar con los dogmas de los catedráticos. Sin embargo, una ruina del tamaño de Cuicuilco no es un artefacto que pueda esconderse cómodamente en el sótano de un museo, como ha sucedido con numerosos objetos controversiales. Su existencia pone al desnudo la ignorancia de los sabios, así como la sabiduría de aquellos que ven en las ruinas circulares los vestigios de un pasado olvidado que debemos rescatar.
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