MITOS TOLTECAS

Pero entramos en un dominio mucho más fascinante cuando examinamos los mitos sobre el reino y la civilización tolteca, porque, antes de entrar en el origen o la verdadera historia de la raza tolteca, será mejor considerar las leyendas nativas que les conciernen. Éstos exhiben una exuberancia casi oriental de imaginación y colorido, y le recuerdan por la fuerza a los lectores las maravillosas descripciones arquitectónicas y escénicas de las 4Bian Nights. Las principales fuentes de estas leyendas son las historias de Zumarraga e Ixtlilxóchitl. Esta última no es de ninguna manera una autoridad satisfactoria, pero ha logrado invertir las tradiciones de su tierra natal con un grado de encanto no desdeñable. Los toltecas, dice, fundaron la magnífica ciudad de Tollan en el año 566 de la Encarnación. Esta ciudad, cuyo sitio ahora está ocupado por la ciudad moderna de Tula, estaba situado al noroeste de las montañas que limitaban el valle mexicano. Allí estaban los toltecas guiados por el poderoso nigromante Hueymatzin (Gran Mano), y bajo su dirección decidieron construir una ciudad sobre el sitio de lo que había sido su lugar de vivaque. Durante seis años trabajaron arduamente en el edificio de Tollan, y se levantaron magníficos edificios, palacios y templos, formando el conjunto una capital de un esplendor sin paralelo en el Nuevo Mundo. El valle donde se encontraba era conocido como el "Lugar de las frutas", en alusión a su gran fertilidad. Los ríos circundantes estaban repletos de peces, y las colinas que rodeaban este sitio delicioso albergaban grandes manadas de animales de caza. Pero hasta ahora los toltecas estaban sin una regla, y en el séptimo año de su ocupación de la ciudad, los jefes reunidos se consultaron juntos y resolvieron entregar su poder en manos de un monarca que el pueblo podía elegir. La elección recayó en Chalchiuh Tlatonac (Piedra Preciosa Brillante), que reinó durante cincuenta y dos años.