miércoles, 16 de mayo de 2018

EVANGELIO DE RUBEN PARTE 4

No prestéis atención a la hermosura de las mujeres ni os detengáis a pensar en sus cosas. Caminad, por el contrario, con sencillez de corazón, con temor del Señor, ocupados en trabajos, dando vueltas por vuestros libros y rebaños hasta que el Señor os dé la compañera que él quiera, para que no os pase como a mí. 2Hasta la muerte de nuestro padre no me atreví a mirar el rostro de Jacob o dirigir la palabra a alguno de mis hermanos por temor a sus reproches, 3 y hasta ahora mi conciencia me tortura por mi pecado. 4Sin embargo, mi padre me consoló, ya que rogó a Dios para que se apartara de mí su ira, como me lo indicó el Señor. Desde entonces, arrepentido, me mantuve vigilante y no pequé. 5Por ello, hijos míos, observad todo lo que os prescribo y no pecaréis jamás. 6Ruina del alma es la lujuria; aparta de Dios y acerca a los ídolos, engaña continuamente la mente y el juicio, y precipita a los jóvenes en el Hades antes de tiempo. 7A muchos ha perdido la lujuria. Aunque sea anciano o de noble cuna, lo hace ridículo e irrisorio ante Beliar y los humanos. 8 José halló gracia ante el Señor y los hombres porque se guardó de las mujeres y mantuvo limpia su mente de toda fornicación. 9Aunque la egipcia lo intentó muchas veces con él, convocó a los magos y le ofreció filtros de amor, su buen juicio no admitió ningún mal deseo. 10Por ello el Dios de mis padres le salvó de peligros de muerte ocultos y manifiestos. 11Si la lujuria no se apodera de vuestra mente, ni siquiera Beliar os vencerá.

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