jueves, 26 de octubre de 2017

ORÍGENES DE LA RAZA ARIA ( 1 PARTE )

 La interminable saga de la evolución humana es provocativa y profunda, y nada es más misterioso que el origen de la población europea blanca del mundo. Contrariamente a la creencia popular, su historia y herencia se remontan a una antigüedad remota y olvidada. Somos una especie con amnesia, no sabiendo de dónde vinimos, sin la memoria de la época pasada y gloriosa de la Humanidad que sólo conocemos al redescubrirla.

     Sabemos por la estadística de hoy que aquellos de ascendencia europea blanca comprenden sólo el 8% de la población del mundo. Somos una de las minorías del mundo más diminutas sólo junto a los judíos, a pequeños miembros tribales primitivos y a los aborígenes australianos. Históricamente, sin embargo, este pequeño porcentaje de la población del mundo ha sido la fuerza principal de la civilización, la tecnología y el progreso tanto en el mundo antiguo como en el moderno. También generalmente ejercimos mayor poder e influencia que cualquiera otra raza o grupo de naciones. De todas las razas de la Humanidad ninguna ha sido más problemática, más controvertida y a la cual el mundo más le debe por su regalo de la Civilización Occidental.

     Los antiguos caucásicos dieron origen a una perdida civilización global a la cual debemos nuestra cultura y civilización de hoy. Aún podemos ver los monumentos que esa civilización perdida nos ha dejado, y oír las historias de los grandes dioses blancos que los construyeron y de los grandes héroes atlantes que vinieron al mundo en su mayor hora de necesidad. Hay enormes pruebas de que en tiempos increíblemente distantes, en regiones ahora conocidas por ser no caucásicas, gentes de piel blanca, rubios o pelirrojos, fueron tanto los fundadores como los defensores de la civilización. Durante siglos ha habido informes de antiguos pueblos caucasoides que florecieron en remotos rincones del mundo que más tarde desaparecieron misteriosamente de la Historia. Esos relatos hablan de gigantes blancos y pelirrojos y bárbaros con el pelo amarillo en países ahora casi exclusivamente poblados por pueblos no caucásicos. Con el tiempo, los arqueólogos modernos han encontrado rastros de sus cadáveres milenarios conservados en arenas desérticas o frígidos glaciares, e incluso muestras viables de su ADN serían descubiertas finalmente.

     Además de tales restos físicos, una gran cantidad de evidencia histórica y mitológica, tanto en forma escrita como de tradición oral, habla de civilizaciones perdidas que consistían en dioses de piel blanca y benefactores de ojos claros que ayudaron a establecer nuevas culturas. Según numerosos relatos de los indios norteamericanos, en el alba de su sociedad ellos fueron visitados por un gran dios Blanco que llegó desde una tierra lejana localizada al otro lado del mar, estableció su nuevo modo de vida, y luego se marchó, prometiendo volver algún día. En efecto, para nuestros antepasados —aquellos que habitaron la parte occidental de Eurasia— nosotros no fuimos hechos a imagen y semejanza del dios sino que más bien los dioses fueron un reflejo de espejo de la nuestra.

     En la cultura aria, esos dioses son ejemplificados por los Olímpicos griegos y los Aesir teutónicos, entre otros. El mundo griego antiguo era mencionado por los helenos como una "Tierra de Dioses y Monstruos". Los egipcios también creían que hubo una época llamada Zep Tepiel "Primer Tiempo". Ése era un tiempo distante, casi olvidado, cuando los dioses mismos —Osiris, Isis, Seth, Horus, Thoth y otros— se cree que caminaron junto al hombre. También en ese distante tiempo Egipto y su civilización fueron creados por nuestros lejanos antepasados, una olvidada tribu de antiguos caucásicos finalmente revelados a nosotros por el propio ADN del rey Tutankamón y últimamente por muchos otros descubrimientos genéticos y arqueológicos.

     Los arqueólogos afirman que las primeras olas de los modernos humanos en Europa hicieron su camino desde el Golfo paquistaní, y por lo tanto nuestros antepasados, los proto-europeos blancos, se originaron en India, en las áreas del Norte que lindan con las montañas Kush e Himalayas y las tierras altas de Afganistán. Todavía vemos caras de tipo notablemente europeo en aquellas áreas hasta este día. Uno de los rostros más señalados fue presentado en una famosa tapa de la revista National Geographic [de 1985], una mujer joven que años más tarde fue ubicada en su casa con su marido y unos niños, una cara que el fotógrafo nunca olvidó.


     Entre los afganos, los hindúes del Norte, los iraníes y los kurdos hay muchos pueblos que se destacan de la muchedumbre como completamente fuera de lugar entre los otros habitantes morenos. Los pueblos de esas regiones son de piel mucho más clara que aquellos del Sur, y muchos ponen en duda la separación de nuestras poblaciones europeas. Ésta es una realidad física de la migración aria que uno no puede descartar fácilmente como simplemente una variación genética arbitraria.

     En su libro "Göbekli Tepe: Genesis of the Gods", Andrew Collins hizo un esfuerzo razonable para teorizar y explicar la antigua leyenda de los Vigilantescomo está descrita en el Libro de Enoc y en la alusión a los Nefilim del Libro del Génesis. Collins explica el Libro de Enoc que, por supuesto, es un texto no canónico, no incluído en la Biblia:

     «...allí se cuenta cómo a Enoc, mientas descansaba en su cama una noche, se le acercaron dos seres extraños de aspecto angelical. Llamados Vigilantes, ellos le pidieron que los acompañara a un viaje a los Siete Cielos, uno que incluía el Jardín de la Justicia, donde los cuatro ríos del Paraíso tienen su origen, mientras otro conducía a la morada de los ángeles. Cuando estaban en el establecimiento celestial de los Vigilantes, a Enoc se le mostró una prisión en la cual un grupo entero de esos seres angelicales estaban encarcelados. Al preguntar qué delito ellos habían cometido, el patriarca fue informado de que doscientos de ellos desobedecieron las leyes del cielo descendiendo entre los mortales y tomando mujeres para ellos».

     Collins declara:

    «Después de leer el Libro de Enoc, me convencí de que esos Vigilantes, o "caídos", como los Anunnaki de la tradición sumero-acádica, eran individuos humanos muy poderosos que vivieron durante alguna distante edad de la especie humana. Ellos eran lo suficientemente avanzados para darnos los rudimentos de la civilización, lo que se recuerda en la manera en la cual los ángeles caídos revelaron a los mortales las artes y las ciencias prohibidas por el cielo. Más aún, sus enlaces sexuales con las "hijas de los hombres" expresaron su muy obvia naturaleza humana, así como su habilidad para co-crear a fin de producir una descendencia de carne y sangre que se parecía  a ellos tanto como a sus mujeres mortales. En el Libro de Enoc ellos son descritos como altos, con cabello blanco o rubio suelto, una tez rubicunda y ojos hipnotizadores que reslandecían tan brillantemente como el Sol. Uno podría comparar esa descripción con la mía posterior de los dioses chinos del Sol que supuestamente construyeron las Grandes Pirámides Blancas de la antigua China, las mismas estructuras que están en sitios planos pero que el gobierno chino niega que existan».

     En la literatura enoquiana, como parte de su castigo, los Vigilantes debían matar a los niños recién nacidos [fruto de su unión con las hijas de los hombres] ya que éstos eran una abominación para Dios. Los Vigilantes también podrían estar relacionados con el concepto del Cercano Oriente del djinn, los cuales eran gigantes que no quisieron inclinarse ante los Adamu, de manera que fueron exterminados por los dioses, quizá otro ejemplo de los ángeles caídos.

     El descubrimiento de momias de piel blanca en Nueva Guinea y Nueva Zelanda, y las persistentes referencias a pueblos divinos de piel blanca que habitaban masas de tierra ahora hundidas en el Océano Pacífico, plantea algunas interesantes posibilidades de una raza primordial. Sin embargo, la presencia de pueblos caucásicos perdidos en las Américas es sólo la piedra superior de una realidad mucho más amplia.

     Hoy existe un abrumador cuerpo de evidencias que sugieren una población ahora perdida de caucásicos. Las décadas pasadas del siglo XX vieron una revolución en nuestro entendimiento de la profundidad y magnitud de la migración e influencia caucásica prehistórica. En 1959, por ejemplo, comenzaron a emerger evidencias físicas concretas de primitivos pueblos proto-caucasoides que habitaron las Américas durante la Prehistoria.

     Arqueólogos que excavaban en la isla Santa Rosa fuera de la costa de California, desenterraron varios restos esqueléticos que se remontan a 10.000 a.C. con aparentes rasgos caucásicos. Dichos restos son antiguos, y tienen implicaciones mucho más allá de su aparente novedad y singularidad. Ellos son los remanentes físicos de una raza olvidada. Ellos son una serie perdida de tribus humanas cuyos descendientes ahora sólo componen el 8% de la población mundial pero que siguen influyendo en la cultura, la tecnología y los logros científicos y educacionales.

     Esta raza ha superado por lejos a cualquier otro grupo de gente en términos de artes y comunicación. Pero esos pueblos antiguos son muy diferentes de cualquier cosa presente hoy. Su linaje se remonta a una época distante y olvidada de la especie humana. Lejos en la Antigüedad, una raza perdida de hombres produjo una cultura avanzada en una época que los científicos convencionales dicen que ninguna gente podría haber hecho aquello. Ellos son un testimonio para sus dioses y de un estilo de vida que no es, ni puede ser, igualado en el pasado o el presente. Aquélla es una raza perdida de gigantes culturales y tecnológicos cuya civilización anterior se ha perdido para siempre. Su influencia, sin embargo, ha dado origen al inicio de la inteligencia humana como la conocemos, y ha dado nacimiento a la primera civilización antigua; en realidad, a toda la cultura humana.

     Los años '90 vieron el descubrimiento del hallazgo arqueológico más controvertido en historia de Norteamérica, el Hombre de Kennewick, un esqueleto de 9.000 años con rasgos claramente caucasoides, no mongoloides. Las reconstrucciones forenses del cráneo recuperado muestran una cara parecida a la de Patrick Stewart, el actor que interpretó al capitán Jean-Luc Picard en Star Trek: The Next Generation. Descubrimientos adicionales a través de todas las Américas insinuaron una población caucasoide primordial que vagó libremente a través de gran parte del hemisferio occidental.


     Hoy, hay pruebas de que las culturas antiguas alrededor del mundo fueron visitadas por razas caucásicas en antiguos tiempos, y ellas fueron representadas por historiadores y encargados de registros contemporáneos como dioses Blancos. En los textos védicos de la India, los dioses realmente son descritos como teniendo el cabello rubio. Están también las leyendas de los cristianos nestorianos de China y Asia Central que pueden ser la base del reino cristiano del Este dirigido por el mítico Preste Juan. Este autor los conecta con las momias de Tarim. Incluso se ha dicho que Kublai Khan tenía el pelo rojo y ojos verdes. Dado que hay quienes creen que los chinos viajaron hacia el Nuevo Mundo a principios del siglo XV, ellos entonces podrían haber llevado consigo la idea de un salvador que retorna, como creen los mormones.

     En "Aryan Sun Myths: The Origin of Religion" (1899), el autor Charles Morris mencionó la preponderancia del ideal mesiánico y sus orígenes en el mito y el saber indoeuropeo. Él también vinculó a los hebreos originales y los semitas con los arios, como lo hizo la polémica Helena Blavatsky. Esos viajeros de Asia a América también pudieron haber llevado con ellos su ADN caucásico. En efecto, la mayor parte de los historiadores está de acuerdo en que hubo numerosos informes acerca de "indios" caucásicos en las Américas redactados por exploradores europeos durante los primeros años de la colonización Blanca. [Hablando de la gente de la isla Santa Catalina en California, Gerónimo de Zárate relató en 1626 en sus Relaciones que "Las mujeres son muy hermosas y honestas; los niños son blancos y rubios y muy risueños"]. Es posible que nuestras leyendas tanto de gigantes como de deidades de piel blanca puedan estar relacionadas con aquellos tiempos.

     Los escritores de habla castellana del siglo XVI relataron que el pueblo incaico nativo de Sudamérica occidental reverenció a Francisco Pizarro y sus conquistadores como dioses poderosos y se refirió a ellos como "viracochas", porque su dios Viracocha —similar al de los polinésicos, mayas y aztecas— era de piel blanca. En efecto, la antigua ciudad de Tiahuanaco fue postulada como construída por una raza caída de gigantes o dioses Blancos.

     En su libro de 1940 "The Shadow of Atlantis" el coronel Alexander Pavlovitch Braghine afirmó que los pueblos caribes contaban leyendas de un barbado hombre Blanco al que ellos llamaban Tamu o Zune. Él había venido del Este, y había enseñado a la gente los rudimentos de la agricultura. Ese personaje después desapareció en dirección del Oriente hacia Europa Occidental. Braghine también promovió la noción de que Manco Capac era igualmente un hombre blanco y barbudo. El autor Gerd von Hassler, que habla acerca de la Atlántida, asoció la perdida raza Blanca con el bíblico Diluvio, y sostuvo aquello como la razón de su desaparición final.

     En Marzo de 2010 la comunidad arqueológica quedó impactada por el descubrimiento de otro esqueleto caucásico, esta vez en Mongolia. El ADN extraído de los huesos de ese individuo confirmó un vínculo genético directo con Occidente. En esencia, dichos restos eran claramente europeos, si no euroasiáticos occidentales. Esta vez, sin embargo, el antiguo cadáver no era tan antiguo, y sólo databa del siglo I d.C. El período de la llegada occidental prehistórica, o residencia en China y Asia de Este, está siendo continuamente empujado hacia atrás en el tiempo a una fecha aún más temprana. Los orígenes de algunas momias caucásicas se remontan a aproximadamente 6.000 años, y algunas son aún más antiguas. Pero el individuo mongol era por lo visto tenido en alta consideración por sus pares, como un actor principal en el Imperio Xiongnu, un crisol multi-étnico de antiguos nómadas euroasiáticos que desafiaron la supremacía de la dinastía Han. Esa antigua conglomeración de lenguas extranjeras y razas no-mongoloides sin duda consistió en muchos pueblos indoeuropeos.

     Durante 2007 investigadores peruanos encontraron literalmente docenas de momias caucásicas en una tumba abovedada sepultada a 25 metros bajo el suelo forestal de la selva del Amazonas. Aquéllas pertenecían a una raza pre-incaica conocida como los Chachapoyas, o "Gente de la Nube". Su descubrimiento confirmó reportes españoles del siglo XVI de "extraños indios blancos” con barbas en la misma región.

     Incluso las gigantescas estatuas de Isla de Pascua (a 3.700 kms. de la costa de Chile) atestiguan la llegada y el paso de una antigua raza caucasoide. Previamente, en 1915, la arqueóloga británica Katherine Routledge (The Mystery of Eastern Island) se enteró por un isleño nativo de la verdadera naturaleza del aspecto étnicamente diferente de los "Orejas Largas" u «hombres que vinieron de lejos en barcos. Ellos vieron que ellos tenían mejillas sonrosadas, y dijeron que ellos eran dioses» (p. 239).

     «El último verdadero ariki, o jefe, se decía que era completamente blanco. "¿Blanco como yo?", pregunté inocentemente. "Usted", dijeron ellos, "usted es roja"; el color de las mejillas europeas, a diferencia del blanco amarillento al cual ellos están acostumbrados, es para los nativos la marca que más nos distingue» (p. 221).

     John MacMillan Brown (citado en Frank Joseph, The Lost Civilization of Lemuria) convino en que "rojo" es «el término generalmente aplicado por los isleños de Pascua a los europeos. Y urukeku [ancestros de los Wai-ta-hanui, la tribu más antigua de Nueva Zelanda, llamados tambien aquellos antepasados como Moriori o Wai-ta-hanui, que se traduce como "gente del Oeste"a menudo se ha traducido como "pelirrojo"». En efecto, las altísimas estatuas obviamente mostraban para Brown otra cosa que la fisonomía polinésica, «y si las finas caras ovaladas, los ojos grandes, el corto labio superior, y a menudo los labios delgados y arqueados de Apolo son alguna guía para una raza, ello indica una raza caucasoide». Obviamente, los antropólogos están perplejos por la aparente presencia de pueblos caucasoides en el Océano Pacífico prehistórico.

     Pruebas genéticas realizadas durante los años '90 mostraron rastros de ADN vasco en la gente de Rapa Nui y de la Gran Polinesia. Esas antiguas tradiciones orales no sólo están siendo sub-rayadas por los últimos avances hechos en la investigación genética sino que se combinan para mostrar que la prehistoria de América es mucho más rica en su trasfondo humano que lo que antes se sospechó. El argumento para una antigua presencia caucásica en remotas partes del mundo que no deberían tener ninguna tal influencia o afiliación en tiempos muy antiguos es persuasivo. Incluso tribus africanas del Oeste tienen leyendas de criaturas fantasmales que comparten el dominio sobre sus tierras y les dan el poder de pensar, cazar y organizar sus sociedades.

     Hay una masiva evidencia de una presencia aria en el Egipto antiguo. Como ha señalado la recopiladora Mary Sutherland, la momia de la esposa del rey Tutankamón tenía el cabello castaño rojizo. Además, una momia antigua con pelo rojo, bigote y barba también rojos fue encontrada sepultada dentro de las pirámides en Saqqara. Adicionalmente, las cavernas de cocodrilo de Aboutfaida poseían varias momias pelirrojas. El libro "A History of the Egyptian Mummies"[de Thomas Pettigrew] menciona un cadáver primigenio con el pelo castaño rojizo. La momia de Tutmosis II tiene el pelo de color castaño claro. Y, pruebas de una presencia gala y sajona también han sido reveladas por el profesor Vacher de Lapouge. Según De Lapouge, una momia rubia fue encontrada en Al-Amrah, y las medidas de su cráneo eran indicativas de la raza blanca. Momias rubias han sido encontradas en Silsileh también. Durante tiempos pre-dinásticos y del Antiguo Reino, Egipto era principalmente una sociedad caucásica. El ADN de momias examinadas revela que incluso las propias poblaciones de hoy principalmente semíticas y negroides irónicamente tienen rastros de aquel perdido linaje europeo.

     En "The Children of Ra" el autor Arthur Kemp destacó un estudio de ADN realizado por G. Lucotte (publicado en el American Journal of Physical Anthropology en Abril de 2003) que demostró la herencia racial mezclada de Egipto. Pero la investigación que ha continuado ha demostrado que, durante épocas pasadas, Egipto tuvo tres oleadas primarias de habitantes europoides. Durante tiempos pre-dinásticos llegaron miembros de una población pre-aria o antiguo-europea desde Europa del Este y el Mediterráneo. También llegaron invasores nórdicos durante el Antiguo Reino. Y continuadas olas de tribus indoeuropeas durante el reino Medio y principios del Nuevo Reino también llegaron a Egipto. De manera interesante, el perfil racial del rey Tutankamón es decididamente europeo occidental en su origen, y mientras uno se remonte por los orígenes egipcios, más homogénea y avanzada es la población caucásica.

     La gente del Norte de la India contiene una proporción significativa del haplogrupo genético R1a, la firma genética racial aria. Los invasores arios establecieron el sistema de castas, o Varna, que en sánscrito significa "color". El Bhagavad-Gita y los Vedas describen a los dioses de los hindúes como de piel clara y ojos azules. Los antiguos textos hindúes describen tanto los diferentes conflictos raciales de los Antiguos como los inminentes. En ellos, el líder de los arios era Indra, y éste es descrito como "destructor de los Dasyus", los negroides de la India. "Tú eres, Indra, el destructor de todos los castillos del enemigo, el asesino de los Dasyus, el prosperador del hombre, el señor del Cielo" (Rig Vedalib. 8, himno 87).

     El Rig Veda continúa describiendo a los Dasiu y utiliza el término "negro" en el curso de su referencia: "Indra, el matador de Vritra, el destructor de fortificaciones, ha dispersado los ejércitos de los Dasyus que habitan en el vientre negro" (Rig Veda, II, 20:7). El Rig Veda describe detalladamente la naturaleza de piel blanca de los adoradores arios que tienen "luchas que otorgan la luz del cielo" (Rig Veda, I, 130:8).

     En Afganistán tenemos muchos casos de cabellos rubios y ojos azules y verdes entre la población. Durante las batallas post-11 de Septiembre [de 2001, en EE.UU.], es sabido que cuando las razas mezcladas golpeaban el campo de batalla, los luchadores afganos eran implacables, pero, una vez que los arios entraron al campo de batalla, aquellos mismos afganos no eran encontrados en ninguna parte. Algo de la población de esa región ha permanecido intocado durante 8.000 años y es el receptáculo más fuerte del ADN R1a.

     Cuando Johann Friedrich Blumenbach (1752-1840) primero usó el término "caucásico" en 1795 para describir a la población Blanca de Europa, él apenas podía imaginar la historia épica que iba a desplegarse. Las enseñanzas de Blumenbach —un médico alemán e historiador natural— en anatomía comparada fueron aplicadas a la clasificación de las razas humanas. Él adoptó el término "caucásico" a partir de los habitantes nativos de las montañas del Cáucaso en Europa del Sudeste, una raza que él creyó que era la más hermosa y vigorosa en la Tierra. Sus argumentos ya no están de moda, pero había mucho más en la historia de los antiguos caucásicos que lo que Blumenbach o cualquier otro de su época podría haber imaginado.

     Nuestros antepasados, de aquellos de nosotros que somos de ascendencia europea blanca, habían estado mirando las estrellas y trazando el mapa del movimiento del cielo durante decenas de miles de años. Tanto los lingüistas como los antropólogos culturales han demostrado nuestro antiguo vínculo con la cultura védica de la India y la vecina antigua civilización persa. Los textos sánscritos de la antigua India están basados en una línea de tiempo que precede a cualquier concepción moderna de la proto-Historia. Eso coloca por consiguiente el origen de la civilización aria hace millones de años. Las escrituras sánscritas de la India tratan con la cultura, creencias e historia de los pueblos indo-arios. Muchos eruditos creen que los arios invadieron la India y establecieron los fundamentos de la cultura hindú. Creo que los textos védicos son completamente claros al respecto. Los arios antiguos son una cultura que se remonta a la época más oscura de la Antigüedad. En Europa, sin embargo, las pruebas genéticas así como las conclusiones de la antropología física demuestran que los europeos anatómicamente modernos, con el mismo fenotipo y rasgos culturales similares, aquellos que muestran semejanzas con los antiguos indios e iranios, puede ser remontados a fechas entre 45.000 y 30.000 a.C.

     En un artículo de Diciembre de 2005 los editores de la revista National Vanguard reportaron:

     «La más antigua evidencia biológica de europeos fue revelada recientemente en Mayo de 2005, cuando huesos encontrados en la República Checa fueron confirmados como representantes del asentamiento más temprano de humanos modernos en Europa. Los huesos, encontrados en Mladec, fueron fechados sometiendo dientes antiguos a la datación del Carbono-14, y se encontró que tenían aproximadamente 31.000 años. Este descubrimiento se relaciona con fechas de otros sitios en Europa que contenían artefactos característicos de la cultura Auriñacense, que datan de entre 30.000 y 40.000 años. Un hueso de mandíbula recuperado desde un sitio en Rumania es realmente más antiguo que el hallazgo en Mladec, pero los huesos de la República Checa representaban a media docena de humanos, la primera verdadera presencia grupal en suelo europeo» (National Vanguard, Diciembre de 2005)».

     El 19 de Septiembre de 1991 en los Alpes Ötztal cerca de la frontera austriaco-italiana, un increíble hallazgo arqueológico fue descubierto por una pareja alemana [Helmut y Erika Simon] que estaba de excursión en las montañas durante vacaciones. Ese milagroso descubrimiento era una "momia húmeda" europea, naturalmente conservada en una antigua capa de hielo. Ese cadáver es de gran significado para el estudio de los orígenes caucásicos y fue descrito en "The Iceman", un libro del científico alemán Konrad Spindler. El "Hombre del Hielo", u "Otzi", como ha sido llamado desde entonces, vivió y cazó en dicha región siglos antes de que el primer bloque de las pirámides egipcias fuera colocado. El Hombre del Hielo también llevaba consigo una lámina de sílex, una capa hecha de hierbas, y otros sofisticados implementos. Él también tenía 61 tatuajes.


     En el episodio de 1998 de la serie televisiva documental NOVA que apareció en el canal Public Broadcasting Service (PBS), titulado "Momias de Hielo: El Hombre del Hielo Retorna", fueron planteadas las principales cuestiones en cuanto a dicho antiguo cadáver:

    «La primera cuestión que los científicos tuvieron que abordar era la edad del Hombre del Hielo. ¿Podría realmente él tener esos [5.300] años? Para averiguarlo, pequeñas muestras de hueso fueron removidas para su datación con radiocarbono. Como todas las cosas vivas, el hueso contiene una forma de carbono llamado Carbono-14. Cuando un organismo muere, aquel carbono comienza a decaer en una proporción precisa como un reloj que transcurre en la eternidad.

    «Junto con el cadáver mismo, también se descubrió una variedad de instrumentos e implementos, incluyendo fragmentos de ropa andrajosa, un hacha de cobre, puntas de flechas a medio terminar, y diversos contenedores hechos de abedul. Los otros objetos eran "cuerdas de cuero crudo, dos hongos secados en correas de cuero... ropa finamente cosida hecha de pieles de animales... un arco inacabado más alto que el propio Hombre del Hielo, y restos de una bota llena de hierba todavía atada a un pie"» (NOVA, 24 de Nov. de 1998, The Iceman Returns).


     El hacha de cobre elegantemente formada era quizás su posesión más notable. Databa de antes de la Edad del Cobre, y los científicos creen que fue usada principalmente para un objetivo ceremonial o simbólico, quizá para denotar el status del Hombre del Hielo como un guerrero, sobre todo si él era un proto-ario, ya que los indoeuropeos son principalmente una raza guerrera, y la mayor parte de las raíces de sus palabras están relacionadas con la caza y la batalla, al igual que sus imágenes religiosas. Hasta finales de los años '70 se presuponía que el desarrollo local en Europa había sido un producto de la difusión, es decir, una asimilación gradual de conceptos y tecnologías extranjeros por medio de un contacto con culturas del Mediterráneo del Este y del Cercano Oriente durante largos períodos de migración.

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