domingo, 23 de septiembre de 2018

LA LLEGADA DE LOS DIOSES A LA TIERRA





En las últimas décadas del siglo 19 y la primera mitad del siglo 20, muchas antiguas tablillas cuneiformes fueron descubiertas en los yacimientos arqueológicos de Mesopotamia y sus contenidos fueron descifrados.

Fue un hallazgo verdaderamente asombroso. Los asiriólogos que estudiaron los textos se dieron cuenta de que las tablillas eran de la civilización sumeria antigua y constituían la literatura más vetusta jamás encontrada con una antigüedad de más de cuatro milenios.

Además, era evidente que muchos de sus relatos se asemejaban a los narrativos del Génesis bíblico posterior y que de hecho aquellos habían influenciado el contenido del relato de la creación de la Biblia hebrea.

Sin embargo, los textos sumerios más antiguos relatan una historia mucho más misteriosa que la versión hebrea tardía.

Según la versión sumeria, una raza enigmática de deidades sobrehumanas, conocidas como los dioses Anunna en los registros sumerios y luego como Anunnaki en la literatura acadia y cuyo hogar se encontraba en el 'cielo', descendió a nuestro planeta en un tiempo primigenio en el cual el Hombre aún no existía.

Los Anunnaki, llegados a una Tierra prístina y virginal, establecieron una civilización pre-humana e irguieron sus respectivas ciudades sagradas en la región de Mesopotamia.

Los Igigi, dioses menores subordinados a los Anunnaki, fueron los que se encargaban de la obra.

Sin embargo, según textos como el famoso Poema de Atrahasis y el antiquísimo Mito de Enki y Ninmah (Ninḫursaĝ), los Igigi se cansaron de tanta brega y decidieron amotinarse en protesta. Quemaron sus herramientas y hasta rodearon la morada terrestre de su soberano Enlil.

Así tuvo lugar la primera huelga general en la historia de nuestro planeta.

En busca de una solución al alboroto político que se había armado en el mundo pre-humano, Enki, el gran príncipe sabio de los Anunnaki y auténtico Padre Creador, se presentó en el Concilio Celestial de los Anunnaki y propuso un plan ingenioso.

Su propuesta fue la creación del Hombre (Homo Sapiens) con el fin de que reemplazara a los Igigi en sus labores.

El proyecto fue autorizado por el Concilio y Enki formó al prototipo de la Raza Humana en su sagrado Abzu. Enki fue ayudado por otras deidades, sobretodo por las "diosas parturientas".

Los primeros Humanos fueron creados con éxito y ellos se encargaron de los trabajos de los Igigi.

Los registros mesopotámicos dejan claro que en un inicio el Hombre fue creado como un trabajador inteligente para los Dioses. No obstante, la cuestión de "por qué vinieron los Anunnaki a la Tierra en primer lugar" no encuentra ninguna explicación clara en los textos antiguos y sigue siendo un misterio para muchos.

El autor ruso Zecharia Sitchin planteó en su libro 
El 12º Planeta (1976) que los Anunnaki vinieron a la Tierra en busca de oro que supuestamente necesitaban para la reparación de la atmósfera menguante de su supuesto planeta originario Nibiru que sufría una catástrofe climática planetaria.

Para Sitchin y sus seguidores, los Anunnaki crearían al Hombre a través de la ingeniería genética extraterrestre como un minero esclavo para la extracción de oro.

Sin embargo, el problema con esta interpretación de Sitchin es que en los textos disponibles hay muy poca evidencia de que los Anunnaki vinieron de un lugar llamado Nibiru y no se ve ningún énfasis en la importancia de la minería de oro en particular.

Los textos sí sugieren que los Anunnaki eran una raza extraterrestre que venían de otro mundo detallando que ellos tenían su origen en el "'cielo'".

Vemos el mismo fenómeno en la Biblia posterior según la cual el trono de "dios" se ubica en el 'cielo' y además allí en el dominio celestial suceden guerras entre ángeles. El "'cielo'" se refiere al espacio exterior más allá de nuestra Tierra y a los mundos lejanos que existen allí.

Sin embargo, la verdad es que no sabemos si los Anunnaki realmente vienen de un planeta llamado Nibiru o si dicho cuerpo celeste existe.

El verdadero origen de Enki y los Anunnaki es un planeta dentro de la constelación de Orión y varias culturas antiguas tuvieron cierta fascinación con la misma.
 



Es cierto que los Igigi y luego los Hombres se dedicaron a la minería de oro en la Tierra.

Aunque no se enfatiza la palabra 'oro' de modo explícito, el Mito de Enki y Ninmah, relato sumerio original que subyace el Poema de Atrahasis, menciona que antes de la creación del Hombre los Igigi excavaban canales y sacaban limo en la región de Harali.

Este topónimo mitológico es una referencia sutil a la extracción de oro en términos antiguos.

En la cultura mesopotámica antigua, la leyendaria tierra de Harali, conocida también como Arallu, era considerada un lugar aurífero conocido por su abundancia de metales preciosos (Ebeling y Meissner, 1997,i Reiter, 1997ii).

Curiosamente podemos ver que hasta el narrativo del Génesis bíblico posterior, un ridículo plagio tardío en el que aún se conservan varios componentes de la versión sumeria original, alude sutilmente a una relación entre la creación del Hombre y la importancia del oro.

Inmediatamente después de la formación del Hombre a la imagen y semejanza de los Elohim, el narrador bíblico hace una mención muy breve de la tierra de Havilá cerca del Edén cuyo oro es abundante y muy bueno (Génesis 2:10-12).

En fin, Sitchin sí acertó en afirmar que el Hombre reemplazó a los Igigi en la minería de oro.

Sin embargo, no estaría correcto decir que el oro fue el motivo principal por la venida de los Dioses. De hecho, su mención en los textos es bastante periférica y su extracción es simplemente una de las muchas actividades que realizaban los Igigi y luego los Hombres.

El Poema de Atrahasis enfatiza la importancia de la agricultura.

En la era pre-humana los dioses menores excavaban los cursos de agua, irrigaban los campos y vivificaban la tierra (Atrahasis 1:21-26) y más tarde los Humanos, tras reemplazar a sus antecesores divinos, construían grandes diques de riego para satisfacer el,
"hambre de los hombres" y el "deseo de los Dioses"
(Atrahasis 1:337)
Del mismo modo, el llamado Relato Bilingüe de la Creación del Hombre, otro relacionado texto sumero-acadio, coloca un énfasis en el mantenimiento de la economía de la civilización.

Según éste, los Humanos cultivaban los campos de los Anunnaki, ampliaban las riquezas del país, se dedicaban a la ganadería y celebraban dignamente las fiestas de los grandes Dioses (Creación Bilingüe 35-37; 40-41).

En resumen, los Hombres no sólo se dedicaban a la minería de oro, sino que eran agricultores que proveían la civilización de los Anunnaki de alimentos y luego entretenían a sus maestros divinos con sus festivales.

¿Ahora pueden ver para qué los Anunnaki vinieron a la Tierra? La respuesta ahora está más clara.

Ellos no vinieron por oro para la salvación de su supuesto planeta moribundo como dijo Sitchin. Enki no nos creó como una raza esclava como afirman los fanáticos sitchinianos.

¡Enki y sus héroes Anunnaki son dioses poderosísimos y no precisan de metales valiosos como el oro para su supervivencia!

Aquí les revelo una perspectiva novedosa.

Enki y sus compañeros divinos eran astronautas de una civilización extraterrestre muy avanzada y capaz de hacer viajes interestelares. Tenían mucha curiosidad exploratoria como los grandes seres que eran.

Los Anunnaki se acercaron a la zona habitable de nuestro sistema solar y encontraron nuestra Tierra llena de vida.

Aterrizaron en la región de Mesopotamia y fundaron una pequeña colonia extraplanetaria en lo que más tarde sería nuestro mundo. Su especie ya había perfeccionado la ciencia de la colonización espacial.

Esta interpretación nos explicaría porqué en los relatos antiguos muchos de los dioses más altos como Anu por ejemplo tenían su morada habitual en el 'cielo' y bajaban a la Tierra sólo en ocasiones especiales como concilios importantes mientras un equipo pequeño de dioses encabezado por Enki y su hermanastro Enlil tenía residencia permanente en la Tierra donde construían sus respectivas ciudades sagradas y vigilaban el mantenimiento de la civilización pre-humana.

Obviamente los Anunnaki necesitaban un equipo de trabajo para el desarrollo y el funcionamiento de su nueva colonia terrestre.

Al inicio fueron los Igigi, dioses menores, los que irrigaban los campos, labraban la tierra, hacían la cosecha, criaban ganado y realizaban operaciones de minería en los yacimientos minerales para mantener la civilización colonial de los Dioses.

Después de la rebelión de los Igigi, Enki, el gran genetista, manipuló el ADN de un homínido terrestre primitivo (Homo Erectus) que había encontrado en la Tierra y formó al Homo Sapiens usando su propio material genético.

Su proyecto fue un gran éxito.

El nuevo homínido hibridizado llevaba la sangre de sus hacedores divinos y reemplazó a los Igigi en sus tareas.

En aquel tiempo los Humanos aún vivían en la estepa salvaje (denominada "Edín" en Sumerio) fuera de las ciudades divinas y abastecían la colonia de los visitantes extraterrestres.

Nosotros nunca fuimos esclavos en los ojos de Enki; éramos los custodios y futuros herederos de la colonia terrestre de los Anunnaki.
 

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