miércoles, 6 de junio de 2018

LA CONCIENCIA Y EL LIBRE ALBEDRÍO

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Partimos desde arriba del gráfico y analizamos la esencia de la Conciencia, que nosotros hemos descrito como una fuente luminosa, en nuestro organigrama. La Conciencia existe desde siempre porque es eterna.

Pero «un día» (metafóricamente) o deberíamos decir «un instante perceptivo», la Conciencia se despierta y se enciende.

Toma, en ese instante, conciencia de sí misma (de ser, de existir) pero no sabe cómo está hecha (no tiene conciencia de sí).

El único modo para saber cómo está hecha sería reflejándose en un espejo, pero este espejo todavía no existe. Y por tanto la conciencia crea un espejo, que luego es la representación del universo virtual, como lo hemos descrito en anteriores trabajos. En este punto, la Conciencia decide que debe hacer experiencia de sí misma: debe saber, además, de verse dentro del espejo, conocerse, y rozarse, se podría decir. En ese instante, la Conciencia emana con su acto de voluntad, el deseo de hacer experiencia, y decide hacerla sin limitaciones. El pensar esto en este instante, produce la invención del dualismo.

La dualidad es la expresión fundamental de la idea de la elección. En otras palabras, si yo decido hacer experiencia, decido también que puedo elegir mi experiencia y en este contexto comprendo qué significado tiene la idea de elección vinculada a la responsabilidad de la elección misma. Así, el dar la oportunidad a la Conciencia de adquirir conciencia nos da también la posibilidad de no querer adquirirla.

En pocas palabras, la Conciencia no crea una vía donde viene establecido esto y se dice vé adelante, sino que crea un vía donde se sitúa a mitad de camino, y dice «vé, adelante o hacia atrás a su elección».

Este aspecto de la creación produce un efecto singular. En cualquier punto del universo, hay colocados estados donde puedes andar encima o abajo, a la derecha o a la izquierda, en lo alto o bajo, etcétera. Cada cosa que puedes hacer, tendrá un signo más (+) o un signo menos (-), y tú sabrás qué hacer. En ese instante, nace el libre albedrío.

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