sábado, 3 de febrero de 2018

LA MONTAÑA CELESTIAL

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Hay mucho más, sin embargo, ya que no son solamente las razas de Irán y judías que citan a Kurdistán como la cuna de la civilización. Las mitologías, tanto de los sumerios, que gobernaron las ciudades-estados de Mesopotamia alrededor del 3000 A.C. en adelante, como sus eventuales conquistadores, los acadios, colocan la tierra de los dioses en esta misma región exacta.
Los acadios se originaron como una raza semita, o proto-hebrea, raza de origen incierto, y en su literatura religiosa, se refieren a ésta bóveda celestial como Kharsag Khurra, la montaña celestial. Aquí los dioses, también conocidos como los Anannage, vivían en un reino paradisíaco de jardines, huertos, templos y campos de regadío que no sólo se parecen a los siete cielos descritos en el Libro de Enoc, sino que en realidad se le refiere en más de una ocasión como Edin, la palabra acadia para "estepa" o "meseta".
Vinculando aún más a Kharsag con el dominio judío de los ángeles es el conocimiento de que los Anannage, como los Vigilantes enoquianos, eran gobernados por un consejo de siete. Estos, sin duda, se igualan a los siete arcángeles del Judaísmo de post-exilio, así como los seis llamados Amesha Spentas, o "espíritus generosos", quienes, con el dios supremo Ahura Mazda, presiden sobre las jerarquías angélicas en la tradición iraní.
Fueron los Anannage, los dioses y diosas de Kharsag, simplemente otra forma de literatura de los Vigilantes Enoquianos y del Mar Muerto, cuya patria era un asentamiento agrícola elevado llamado Edén, o cielo, ubicado en algún lugar en medio de las montañas de Kurdistán

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