En el año 1581, los ocultistas John Dee y Edward Kelly afirmaron haber recibido comunicaciones procedentes de ángeles en las que estos les habían revelado los fundamentos de un lenguaje con el que comunicarse con "el otro lado".
Este lenguaje "angélico" disponía de sus propios alfabeto, gramática y sintaxis, que más adelante fueron publicados en revistas.
La nueva lengua fue denominada "Enoquiano" y su nombre proviene de la afirmación de John Dee de que el patriarca bíblico Enoc había sido el último humano en conocer este el lenguaje.
El Dr. John Dee, (1527-1609) fue un ocultista, matemático, astrónomo y astrólogo que vivió en el barrio de Mortlake, al oeste de Londres, durante la mayor parte de su vida.
El Dr. John Dee, (1527-1609) fue un ocultista, matemático, astrónomo y astrólogo que vivió en el barrio de Mortlake, al oeste de Londres, durante la mayor parte de su vida.
Era un hombre cultivado que estudió en el St. John's College de Cambridge, y fue con el tiempo aceptado en círculos de poder relacionados con la élite dominante.
Ejerció de consejero científico y confidente de la reina Isabel I. Se le asocia con la expresión "Imperio Británico", que se dice que acuñó él mismo.
Durante su edad más temprana, Dee mostró poco interés por lo sobrenatural.
Más adelante, se desilusionó con la ciencia y empezó a experimentar con lo oculto. Dee buscaba descubrir el conocimiento espiritual perdido y recuperar la sabiduría que creía oculta en los libros de la antigüedad.
Entre estos libros se encontraba el entonces legendario Libro de Enoc, que Dee concebía como un libro que describiría el sistema mágico empleado por el patriarca bíblico Enoch.
El término "Enoquiano" proviene del personaje bíblico Enoc, a quien se consideraba fuente de ocultos conocimientos místicos y a quien, según la leyenda, Dios subió a los cielos en vida.
De acuerdo con,
el Génesis (5,24), "caminaba con Dios" y en Hebreos 11,5 se afirma que "fue arrebatado de esta vida a fin de que no experimentara la muerte".
De 1581 a 1585, Dee empezó a desarrollar una larga serie de actividades de tipo mágico.
En 1581, a la edad de 54 años, Dee escribió en su diario personal que Dios había enviado "Ángeles bondadosos" a comunicarse directamente con la humanidad.
Para el año 1582 ya estaba colaborando con su colega Edward Kelley (1555-1597), ocultista y vidente, a fin de comunicarse con estos ángeles. Cientos de conversaciones con numerosos espíritus fueron registradas, entre ellas muchas en las que se revelaba lo que decían ser un lenguaje angélico llamado "Enoquiano", compuesto de palabras no inglesas.
El alfabeto Enoquiano fue comunicado al Dr. John Dee y Edward Kelley durante "sesiones adivinatorias", en las que recibieron numerosos textos y tablas revelados por los ángeles.
La adivinación (en inglés scrying) es un método empleado por videntes, magos y brujos para predecir el futuro, que incluye técnicas como mirar fijamente a una superficie reflectante para así recibir mensajes del "otro lado".
Está documentado que Dee y Kelley usaban ciertos objetos, como un espejo de obsidiana negra y una bola de cristal para experimentar estas visiones.
Dee ejercía de orador, dirigiendo sus plegarias a Dios y a los Arcángeles durante sesiones que duraban entre 15 minutos y una hora.
Colocaban sobre la mesa una piedra adivinatoria y los ángeles eran invocados para que se manifestaran. Dee y Kelly observaban atentamente la piedra y tomaban nota de todo aquello que veían y oían.
Los ángeles les explicaron que la magia otorgaría poderes sobrehumanos a sus practicantes, cambiaría la estructura política de Europa y anunciaría la llegada del Apocalipsis.
Dee creía que lo que estaba haciendo beneficiaría a la posteridad, así que transcribió toda la información recibida en una serie de manuscritos y libros que incluían ejercicios prácticos.
Jamás describió el lenguaje utilizado a lo largo de las sesiones como "Enoquiano", prefiriendo llamarlo,
"Angélico" el "Habla Celestial" el "Primer Lenguaje de Jesucristo" particularmente "Adánico",
...ya que aseguraba que había sido utilizado por Adán en el Jardín del Edén para dar nombre a todas las criaturas de Dios.
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